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5 consejos para combatir el ‘hambre emocional’

Comer emocionalmente es usar los alimentos para afrontar las emociones. Esto tiene una fuerte base biológica, ya que los alimentos ricos en azúcares y grasas activan el circuito cerebral de recompensa que aumenta el bienestar.

Una de las razones que producen frustraciones en los seres humanos son las llamadas “demandas irracionales”, es decir, el yo debo ser así, él debe ser así y el mundo debe ser así; una especie de mecanismo que surge naturalmente, pero que uno tiene la posibilidad de mantener un diálogo, llevar la contra y aprender a dar una respuesta.

Los seres humanos estamos diseñados para obtener más de aquello que nos causa placer, por ello es posible que recurramos a alimentos muy específicos frente a distintas situaciones ya que no se trata de un hambre fisiológico sino emocional.

Los desencadenantes de esta conducta suelen asociarse con emociones negativas, como ansiedad, estrés, soledad, aunque también puede ser una respuesta a emociones positivas, tales como alegría, diversión y enamoramiento, y a situaciones diversas como el premenstruo, el insomnio o el cansancio.

Cuando esta reacción es frecuente, la conducta genera culpa por no haber podido controlar la situación a tiempo y aumenta el riesgo de perpetuar un círculo vicioso donde, frente a una situación de angustia o algarabía, se recurre a “ese” alimento o preparación que nos da placer. Por ejemplo, tristeza, chocolate; tensión, galletitas ; ansiedad, cualquier alimento y en cantidad.

Diferencias entre el hambre emocional y hambre fisiológica

Hambre emocional

  • Es repentina.
  • Es urgente.
  • Se desean sabores o comidas específicos.
  • Selección automática de alimentos y distracción al comer.
  • Se sigue comiendo aun estando saciado.
  • Genera culpa tristeza o vergüenza.

Hambre fisiológica

  • Es gradual.
  • Puede esperar.
  • Se satisface con distintas opciones.
  • Elección consciente de alimentos y atención al comer.
  • Se deja de comer con la saciedad.
  • Sin sentimientos negativos, comer es una necesidad.

5 consejos para evitar el ‘hambre emocional’

1- Conocer los detonantes: durante una semana, anota los siguientes 6 ítems en el momento en que sienta la urgencia de comer “algo rico” ya.  Esto te permitirá identificar las razones emotivas que puede esconder el acto de comer y la elección que hace del alimento y la cantidad.

  • Donde está y con quién.
  • Qué hora es.
  • Cuál es su sensación de hambre del 1 al 5 (1 para nada hambriento – 5 terriblemente hambriento).
  • Cuál es su estado emocional.
  • Qué estaba haciendo antes de la urgencia por comer.
  • Cuál es el alimento que eligió y la porción que comió.

2- Tomarse cinco minutos: antes de sucumbir al comer emocional, pon a correr el cronómetro del celular durante cinco minutos. En ese tiempo, respira profundo y suelta el aire lentamente, bebe líquidos frescos y sin calorías, da un paseo, escucha música, leer o llama a un amigo.

3- Evitar tentaciones: en lo posible, no tengas en tu casa u oficina alimentos ricos en calorías, especialmente aquellos con los que sueles perder el control.

4- Ser paciente: reemplaza un circuito afianzando lleva tiempo. Es muy posible que las primeras veces continúes sucumbiendo frente a determinada emoción. Hacer consciente el proceso ya es un primer paso. Poner en marcha un “plan b”, y estar dispuesto a repetirlo con perseverancia son las claves del éxito.

5- Pedir ayuda: hablar en su grupo o con un profesional para encontrar más estrategias es importante porque, en algunos casos, el comer emocional da paso a un trastorno alimentario por atracones, en donde la necesidad de azúcares y grasas se multiplica, siendo necesarias grandes ingestas para calmar la ansiedad.