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AFGANISTÁN, LA GUERRA PÉRDIDA DE ESTADOS UNIDOS

El fiasco estadounidense y la reconquista de Afganistán han traído una sacudida histórica en Asia Central, y por si fuera poco, ahora Estados Unidos celebrará el 20 Aniversario del 11-S con los talibanes de nuevo en el poder.

Hace 40 años, el ejército soviético entró en Afganistán, comenzó allí la creación de un integrismo sunita con los “luchadores por la libertad”, iniciado por el expresidente Carter y su consejero de seguridad, aportando una multimillonaria ayuda para fomentar y financiar a este grupo.

Hasta mediados de los años sesenta Afganistán era un país arcaico, por donde los hippies cruzaban para ir hacia la India, los fusiles de los invasores británicos del siglo XIX y las escopetas de caza, eran armas habituales en ese mundo rural.

El conflicto de Este/Oeste alcanzo y transformó aquello en un lugar lleno de armas automáticas, blindados, misiles, minas antipersonal y helicópteros, desarrollando entonces un desastre mortal a diestra y siniestra. Comienza la destrucción de una sociedad, que se contaba, y se sigue contando, entre las más pobres del mundo.

¿Cuándo y por qué Estados Unidos invadió Afganistán?

La guerra entre Estados Unidos y Afganistán fue un conflicto bélico librado en ese país, iniciado con la invasión llevada a cabo por los Estados Unidos y sus aliados el 7 de octubre de 2001.

Días después de que Al Qaeda atacara a Estados Unidos, el 11 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush informó a la población que las fuerzas estadounidenses habían iniciado ataques contra el grupo terrorista y objetivos talibanes en Afganistán.

George W. Bush entonces presidente de los Estados Unidos informó que los talibanes, gobernantes en ese tiempo de la mayor parte de Afganistán, habían rechazado su demanda de entregar a los líderes de Al Qaeda, quienes habían planeado los ataques desde bases dentro de Afganistán, pues el gobierno de Estados Unidos tenía la intención de llevar a los líderes de Al Qaeda ante la justicia, “Y ahora los talibanes pagarán el precio” añadió Bush.

“Estas acciones cuidadosamente dirigidas están diseñadas para interrumpir el uso de Afganistán como base de operaciones de los terroristas, y para atacar la capacidad militar del régimen talibán”, dijo George W. Bush.

Para entonces, en diciembre del 2001, Osama bin Laden, líder de Qaeda y otros altos mandos habían huido a un lugar seguro en Pakistán, un aliado nominal de Estados Unidos.

En ese momento las fuerzas estadounidenses no los persiguieron, y Pakistán se convirtió en un refugio seguro para los altos mandos y combatientes talibanes, que años después cruzaron la frontera para atacar a las fuerzas estadounidenses y afganas, dentro de Afganistán, derrocando rápidamente al gobierno talibán.

Luego de este enfrentamiento, en diciembre de 2001, el portavoz de los talibanes ofreció rendirse de manera incondicional, acción que fue rechazada por Estados Unidos.

En mayo de 2003, Donald Rumsfeld, quien fungía como secretario de Defensa informó que era el fin de las principales operaciones de combate en el país.

Después haber derrotado a los talibanes, el gobierno de los Estados Unidos y la OTAN se dedicaron a reconstruir un Estado fallido.

Quisieron establecer una democracia de estilo occidental, invirtiendo miles de millones de dólares para tratar de recomponer un país desesperadamente pobre que ya estaba devastado por dos décadas de guerra, primero, cuando la invasión soviética inició un integrismo sunita con “Los luchadores por la libertad” y, después, con la guerra civil.

Los talibanes no bajaron la guardia y siguieron reconstruyendo su capacidad de combate.

Años después en el 2009, Barack Obama entonces presidente de los Estados Unidos desplegó miles de tropas más en Afganistán como parte de un “incremento”, llegando a casi 100.000 a mediados de 2010 y en mayo de 2011, un equipo SEAL de la Armada estadounidense abatió a Osama bin Laden.

Posteriormente en junio, Obama anunció que empezaría a retirar las fuerzas estadounidenses y que entregaría la responsabilidad de la seguridad a los afganos en 2014.

El gobierno estadounidense llego a al conclusión de que la guerra no podía ganarse militarmente y que solo un acuerdo negociado podría poner fin al conflicto. Obama puso fin a las principales operaciones de combate el 31 de diciembre de 2014 y pasó a entrenar y ayudar a las fuerzas de seguridad afganas.

Casi tres años después, y ahora como presidente, Donald Trump, que al principio su primer instinto había sido retirar todas las tropas, seguiría, no obstante, con la guerra, y señaló que cualquier retirada de tropas se basaría en las condiciones de combate, no en plazos predeterminados.

Donald Trump había estado hablando con los talibanes desde 2018, lo que llevó a negociaciones formales que excluyeron al gobierno afgano, que estaba dirigido por el entonces presidente Ashraf Ghani.

En febrero de 2020, el gobierno de Estados Unidos firmó un acuerdo de paz con los talibanes en el cual se establecía la salida de todas las fuerzas estadounidenses de Afganistán para el 1 de mayo de 2021.

Sin embargo, el actual presidente Joe Biden extendió ese plazo. Este acuerdo no incluía medidas de castigo para obligar a los talibanes a cumplir sus promesas, sin embargo, después de la firma del acuerdo, los talibanes dejaron de atacar a las tropas estadounidenses y se abstuvieron de cometer grandes atentados terroristas en ciudades afganas.

Algunos puntos de extrema importancia en el acuerdo de 2020 eran que los líderes afganos y los talibanes negociaran una hoja de ruta política para un nuevo gobierno y una nueva constitución, reducir la violencia y, en última instancia, forjar un alto al fuego duradero.

Con la llegada de Joe Biden, la retirada de las tropas siguió su curso, sin tener en cuenta tampoco las condiciones. Conforme los soldados americanos se retiraban del país, los talibanes avanzaban posiciones sin oposición.

Debido a la retirada de las tropas estadounidenses, los talibanes mantuvieron la ventaja en las conversaciones con el gobierno afgano, que comenzaron en septiembre en Doha, Qatar, pero que se estancaron desde entonces.

Pero el gobierno de los Estados Unidos acusó a los talibanes de asesinar a miembros de las fuerzas de seguridad, a funcionarios gubernamentales, a defensores de la sociedad civil, a periodistas y a trabajadores de los derechos humanos, además de varias mujeres que fueron tiroteadas a plena luz del día.

El Pentágono ha dicho que los talibanes no han cumplido las promesas de reducir la violencia o cortar los vínculos con los grupos terroristas.

El ahora expresidente de Afganistán, Ashraf Ghani Ahmadzai, ante el avance de los talibanes pidió apoyo internacional, sin embargo, no tuvo éxito y el mandatario huyó.

Los talibanes tomaron una serie de capitales provinciales antes de llegar a Kabul, un hecho aterrador para quienes pensaban que podían construir una vida bajo la protección de sus aliados estadounidenses.

Los talibanes informaron que sus fuerzas estaban allí para garantizar el orden y la seguridad pública, y que buscaban entablar relaciones con otras potencias mundiales, incluidas Rusia y China, en parte para recibir apoyo económico.

Ahora en Washington parecen estar dispuestos a dar un voto de confianza a uno de los grupos más despreciados por la opinión pública.

Por: María Guadalupe Olivares Ramos