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Armando de Razón

Las elecciones en EUA, un panorama incierto

Cuando en 2016 se acercaba el día de la elección, pocos pensaban que Donald Trump pudiera ganar. Los electores estadounidenses elegían entre dos personajes disímbolos. 

Una, Hillary Clinton, que entre sus haberes políticos contaba con puesto de elección y una secretaría de Estado, era la primera mujer candidata a la presidencia; y un recién llegado a la política del país, un exitoso millonario que representaba el sueño americano, aunque después se supiera de que había mentido para obtener créditos que sostuvieron su tipo de vida. 

Hoy, cuatro años despues, el pueblo norteamericano se encuentra en una espiral que pocos se atreven a perfilar su final. Más allá de lo que señalan las encuestas, se percibe un horizonte incierto.

Joe Biden, el candidato demócrata saca 10 puntos de ventaja, sin embargo, el sistema de votación permite diluirla. El sistema de elección se basa en un Colegio electoral, formado con los delegados de cada estado. Sin embargo, el número de delegados no es el mismo entre los estados. 

De ahí que existan lo que se conoce como “estados clave”, los cuales pueden cambiar la elección dando el triunfo incluso a quien obtuvo menos votos, por el hecho de tener un numero mayor de delegados. Asi que, quien gana por un voto se lleva a todos los delegados de un estado.

Joe Biden, un viejo político del sistema, se enfrenta al trauma “Clinton”. En 2016, Hillary llevaba una ventaja sobre Trump, que desapareció conforme se acercaba el día de la elección. El uso de las noticias falsa en las redes sociales le dio a Trump un instrumento que sabia utilizar. 

Donald Trump prepara la posibilidad de dirimir la presidencia en la Corte Suprema. Y para eso, ha nombrado a Amy Coney Barrett, una jueza conservadora que ocupa el lugar de la jueza liberal Ruth Bader Ginsburg, lo que cargo la balanza del lado conservador, 6 de 9 jueces. 

Trump se ha pasado desacreditando el sistema de voto por correo, incluso aunque él y su esposa lo usa. Ha dicho que podría haber un fraude. Se apoya en QAnon, un grupo de seguidores promotores de la teoría de la conspiración, que pregonan una conspiración contra Trump de los principales líderes demócratas.

Los seguidores de Trump tambien incluyen a los supremacistas blancos. Grupos de blancos clase mediera baja, que han tomado las calles armados y que amenazan con rechazar los resultados si no es ganador el presidente. 

Este verano, el país se sumergió en multitudinarias manifestaciones en contra de la brutalidad policiaca. Trump envió a la tropa para combatirla, acusó al movimiento Antifa de comunistas y elogió a los supremacistas blancos, que armados, enfrentaron al movimiento “Black Lives Matter”. 

El electorado estadounidense en los estados claves se ha diversificado. Nuevas generaciones han surgido, las minorías han tomado las calles, y la ascensión de la comunidad afroamericana es un factor que sin duda cobrará la factura a Trump.

Estados como Georgia, donde los demócratas no ganan desde 1992, tienen a dos candidatos afroamericanos al Senado que tienen posibilidad de ganar. Florida se ve cada vez más cerrado y estados como Texas que, aunque Trump sigue adelante, es por una mínima diferencia. La suerte no está echada, y los resultados están lejos de poderse calcular.