Washington, D.C. – (Agencias) En su primer discurso ante el Congreso, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, habló de renovación, tanto en lo local como en el contexto mundial.
De acuerdo con Ishaan Tharoor, columnista del Washington Post, Biden aspira que la política exterior de Estados Unidos “gane el Siglo XXI”.
Se refirió a su antecesor, sin nombrarlo, cuando dijo que el país “había mirado hacia un abismo de autocracia e insurrección, pandemia y dolor”, pero que ahora Estados Unidos está en camino a renovarse, a volverse a levantar”.
El ambicioso plan de Biden, que renovaría espectacularmente la economía estadounidense al contemplar inversiones en empleos, infraestructura y una amplia red social más profunda, involucra una legislación multimillonaria.
«Tenemos que demostrar no sólo que estamos de vuelta, sino que estamos aquí para quedarnos», dijo. Habló de la transformación de Estados Unidos no solo en términos internos sino como parte de la política exterior del país.
Biden dijo que el presidente chino Xi Jinping está “comprometido a morir para que China se convierta en la nación más significativa e influyente del mundo”-
Y agregó: “los adversarios de Estados Unidos ven la polarización política y las desigualdades sociales del país como prueba de que el sol se está poniendo en la democracia estadounidense”.
“Tenemos que demostrar que la democracia sigue funcionando. Que nuestro gobierno toda vía funciona y puede darle al pueblo”, dijo enfático el presidente.
Según Tharoor, si la política exterior juega un segundo papel en la agenda interna, Biden ha tenido tres meses movidos.
Al asumir el cargo, inició una serie de acciones para deshacer el hilado de nacionalismo agresivo que impuso Trump a la política exterior estadounidense.
Restauró el lugar que ocupaba Estados Unidos en el Acuerdo de París y la Organización Mundial de la Salud (ONU), mientras trabajaba para salvar el acuerdo nuclear con Irán.
Para Tharoor, Biden tuvo una gran Cumbre Internacional virtual sobre el clima, tal vez el mayor logro de la revitalización del liderazgo internacional que prometió, hasta el momento, en el escenario mundial.
“Queríamos que el mundo viera que hay consenso de que nos encontramos en un punto de inflexión en la historia”, dijo Biden.
«Y el consenso es que, si actuamos, podemos salvar el planeta, y podemos crear millones de empleos y crecimiento económico y oportunidades para elevar el nivel de vida de todos en el mundo».
Biden destacó la importancia de rehacer las alianzas después de que Trump las lesionara. “No vamos solos, vamos a liderar con nuestros aliados”, dijo.
«Ninguna nación puede hacer frente a todas las crisis de nuestro tiempo sola, desde el terrorismo hasta la proliferación nuclear, pasando por la migración masiva, la ciberseguridad, el cambio climático y, como estamos experimentando ahora, las pandemias».
Aún el presidente sigue, hasta cierto punto, deshaciendo los efectos de los últimos 100 días de Trump, como la serie de sanciones a Irán y a Cuba destinadas a complicar a la nueva administración.
De acuerdo con David Ignatius, columnista del Washington Post, «los primeros 100 días del presidente Biden en política exterior han sido más sobre deshacer que hacer, arreglar los líos que heredó, pero aún sin construir una nueva estrategia».
Ignatius ve al presidente trazando un rumbo moderado, consciente de los “límites del poder estadounidense”, pero afinando maneras de proyectarlo mejor.
Anne Gearan, analista del Washington Post, escribió que Biden y un grupo de asesores de política exterior, la mayoría veteranos de la administración de Obama, pretenden una reescritura en el contexto mundial de los años de Trump.
Pero, dijo, “conservando parte de su enfoque populista en la defensa del empleo de los estadounidenses y en la aplicación de algunos aranceles comerciales proteccionistas también”.
Agregando que, «la agenda internacional de Biden se define por precaución en la mayoría de las áreas y la conservación del poder estadounidense para prioridades de gran valor».
China, junto al clima, es la cima en las prioridades de la agenda. De acuerdo con Tharoor, Biden dejó claro que la retirada de Afganistán es por la necesidad de Estados Unidos de trasladar los recursos estratégicos y los esfuerzos más al este.
Biden recoge ampliamente la política de su antecesor de acuerdo con los analistas. David Dollar, del Instituto de Brookings, señaló que «en los primeros 100 días el énfasis ha estado en la confrontación, con la competencia también siendo prominente».
«Hay pocas pruebas de cooperación, la única excepción es la participación de Xi Jinping en la cumbre virtual sobre el clima de Biden».
La diferencia, de acuerdo con funcionarios de Biden, es que Trump trabajó en un unilateralismo errático mientras que, ahora, se está trabajando en sumar al mayor numero de aliados en un frente más amplio contra China.
Sin embargo, comenta Tharoor, es en Asia donde Biden podría enfrentar sus mayores desafíos de manera inmediata.
La crisis sanitaria en la India ha puesto en descubierto la lentitud de Estados Unidos de pasar de vacunar a su propia población a ayudar a otras partes del mundo.
Y el caso Myanmar, donde la violencia golpista es un desafío evidente para Biden que busca defender más abiertamente los derechos humanos como parte de su política exterior.
«En Asia, la crisis de los covid indios y los golpes de Estado de Myanmar serán las mayores pruebas que son claramente problemas de la era Biden”, dijo Rui Zhong, un académico de China en el Wilson Center, a Today’s WorldView.
“La forma en que manejen estas cuestiones regionales será observada cuidadosamente por China porque los resultados impactarán indirectamente la imagen de Estados Unidos como una presencia estabilizadora en Asia».