La Paz, Bolivia. – (Agencias) En la plaza San Francisco de La Paz miles de personas llegan desde todos los rincones del país para estar presente en la toma de posesión de Luis Arce, este domingo 8 de noviembre. Después de un año de un gobierno golpista regresa la voluntad popular, ejercida por el derecho a votar.
Vienen a celebrar la victoria del candidato del Partido Movimiento al Socialismo, ese mismo que ganó hace un año y que fue desconocido por grupos de derecha y la iglesia católica, y que, junto a los Altos Mandos del Ejército, dieron el golpe de estado. Pero, también aseguran que lo van a «resguardar» en caso de que la oposición actúe violentamente.
Que se celebre casi el mismo día en que Donald Trump era derrotado por Joe Biden, no solo es la casualidad de los días, es la fiesta completa para los bolivianos. Su enemigo, el que alentó el golpe, se ha ido.
A estas horas, la ciudad de La Paz recibe a miles de personas llegadas de todas partes del país, tanto de áreas rurales como urbanas. Se reúnen en la plaza San Francisco, a cinco cuadras de la Casa Grande del Pueblo, para desatar una fiesta largamente esperada.
Las banderas de Bolivia, las wiphalas y las del Movimiento Al Socialismo (MAS) flamean revueltas, mientras las y los militantes del partido de Evo Morales se abrazan, ríen y cantan. Esta celebración se organizó con la finalidad de «resguardar la democracia» y vigilar que Luis Arce jure como presidente este domingo 8 de noviembre sin ningún tipo de contratiempo.
«Quien les habla es representante del distrito 11 de El Alto. Hoy queremos hacer conocer a nivel internacional el gozo, el regocijo que vivimos en nuestro país», dijo en medio del festejo Ninfa Maribel Cáceres.
«Hoy nuevamente marcamos un hito en nuestra historia. Hoy se restablecen los derechos, hoy vuelve la democracia a nuestro país con la posesión de nuestros hermanos Lucho Arce y David Choquehuanca», agregó.
«Hoy el pueblo vuelve a ganar su voz, vuelve a tener libertad de poder decir ‘esto no me gusta’, o poder señalar a una autoridad cuando es corrupta», expresó la dirigente alteña.
En la plaza Murillo, decenas de trabajadores montan diversos escenarios para la posesión presidencial de este domingo 8. Luis Arce Catacora, quien triunfó en las elecciones del 18 de octubre con el 55,1% de los votos, finalmente presentará a su gabinete e ingresará al despacho que ya abandonó la presidenta golpista Jeanine Áñez.
Desde el golpe de Estado del 10 de noviembre de 2019, declararse públicamente militante del MAS acarreaba un sinfín de descalificaciones de parte de los sectores civiles que apoyaron al derrocamiento del expresidente Evo Morales (2006-2019), los cuales en ese momento se creían mayoría.
Esos mismos grupos opositores (y manifiestamente minoritarios) siguen en estos días rezando ante cuarteles militares, especialmente en Santa Cruz, pidiendo a los uniformados que usen sus armas para hacerse cargo del Gobierno boliviano.
Ese fue el motivo original de la reunión multitudinaria en la plaza San Francisco: resguardar al presidente electo Luis Arce para que pueda hacer su juramento presidencial. Pero se terminó convirtiendo en una fiesta popular, donde nadie reprimía sus gritos de amor hacia Evo Morales, así como a las y los dirigentes sociales que lucharon por recuperar la democracia.
«Queridos hermanos de la república de Rusia: nosotros somos hermanos de la ciudad de El Alto. Nos hemos declarado en estado de emergencia ante los hechos agresivos de los denominados ‘pititas’, los cuales no entienden ni comprenden la victoria de nuestro binomio ganador, que son el hermano Lucho (Arce) y el hermano David (Choquehuanca)», dijo a Sputnik el alteño Óscar Flores.
En la plaza San Francisco flameaban con júbilo las wiphalas, la bandera de los pueblos originarios de los Andes que formaron parte del Tawantinsuyu, el imperio Inca. Hace justo un año atrás, la Policía nacional se había amotinado contra Evo Morales (por ello el sobrenombre popular de «motines» les dura hasta ahora).
El recuerdo del golpe
En ese momento muchos uniformados recortaron las wiphalas que lucían sus trajes verde olivo, incluso las echaron a hogueras con algarabía.
Ni qué hablar de la bandera azul, negra y blanca del MAS, partido que estuvo al borde de la proscripción, por exigencia de la oposición virulenta que esgrimía un fraude en las elecciones del 20 de octubre pasado. Ese supuesto «fraude» nunca pudo ser demostrado.
Pero le costó a Morales una renuncia forzada, una partida al exilio y la matanza de 37 bolivianos en los primeros días de gobierno de Áñez. Fueron atravesados por balas del Ejército, según las primeras investigaciones de la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Tanto cambió Bolivia en 12 meses, que el próximo lunes 9 de noviembre Evo Morales regresará al país proveniente de su refugio en Argentina. Será recibido como un héroe y lo escoltará una caravana de 1,000 vehículos durante tres días, hasta que llegue a su domicilio en Chimoré, Cochabamba, el próximo 11 de noviembre.
Áñez, en cambio, tiene iniciado un proceso por delitos de lesa humanidad, al ser la responsable ideológica de las masacres de Sacaba (el 15 de noviembre de 2019) y de Senkata (el 19 de noviembre del mismo año), entre otros crímenes.