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Cómo Cuba es pionera en vacunas Covid-19 para niños

Y entonces llego la pandemia del coronavirus, Vérez sabía que hacer. “No teníamos mucha experiencia con enfermedades virales”

La Habana, Cuba. – (Agencias) Vicente Vérez era un químico cubano que amaba a los niños, mucho antes de que Estados Unidos lo declarara una amenaza a la seguridad nacional, escribe Mary Beth Sheridan, corresponsal del Washington Post en México y el Carib.e (20-06-22, América).

Vérez se especializó en vacunas. En la década de 1990, ayudó a crear una vacuna barata contra la bacteria conocida como  haemophilus influenzae tipo b, o Hib, que había sudo mortal en niños menores de 5 años. Fue un éxito mundial. Y entonces llego la pandemia del coronavirus, Vérez sabía que hacer. “No teníamos mucha experiencia con enfermedades virales”, dijo. “Pero obviamente, frente a una situación de emergencia como la que tuvimos, una pandemia, bueno, teníamos que intentar algo”.

Vicente Vérez

Mientras Estados Unidos finalmente aprobó la vacuna para los niños menores de 5 años, Vérez está celebrando un éxito difícil de conseguir: hace meses que los niños cubanos habían recibido la vacuna. Soberna 02, la vacuna creada por Vérez que se usa en niños de tan solo 2 años, es una vacuna casera de una dosis doble que, de acuerdo con los resultados, se le atribuye el control del Covid-19 en la isla.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), no ha aprobado las vacunas cubanas, aunque los reguladores de México, Irán y Vietnam dieron luz verde es sus países. Para los científicos, el desarrollo de las vacunas en Cuba podría convertirse en un caso de estudio de como un país pobre puede inventar sus propias vacunas. “No estaban al tanto de los miles de millones de dólares que recibieron algunas de estas empresas”, dijo Maria Elena Bottazzi, codirectora del Centro para el Desarrollo de Vacunas del Texas Children’s Hospital, refiriéndose a multinacionales como Pfizer y Moderna. “A veces, con muy poco, se puede llegar muy lejos”.

El éxito de las vacunas fue un gran esfuerzo, incluso para los laboratorios más sofisticados del primer mundo, para Cuba significó el doble, escribe Sheridan. Enfrenta sanciones de Estados Unidos, una cadena de suministros encallada y una economía afectada. Cuba tuvo que recurrir a pedir al mundo donaciones conseguir jeringas que escaseaban. Global Health Partners, una organización con base en Nueva York donó 6 millones.

De acuerdo con Vérez, director del Instituto Finlay de Vacunas de La Habana, “a veces las vacunas tardan de 14 a 15 años en desarrollarse”. ¿Cómo logró Cuba desarrollarla tan rápido? Los fabricantes de las vacunas cubanas acreditan el éxito al gran trabajo en conjunto de científicos de todo el mundo, que, cuando comenzó la pandemia, compartieron sus conocimientos por Internet, como la secuencia genética del nuevo virus llamado SARS-Cov-2.

Pero además, Cuba no estaba empezando de cero. En la década de 1980, el entonces presidente Fidel Castro invirtió más de mil millones de dólares en una nueva y ambiciosa industria biotecnológica. Envió estudiantes al extranjero para doctorados y construyó un “Polo Científico” en La Habana que tiene alrededor de 50 instituciones y empresas de investigación, escribe Sheridan.

Para el Dr. Amilcar Pérez Riverol, científico cubano que ahora trabaja con el Instituto de Genética Médica de la Universidad de Oldenburg en Alemania, “Cuando llegó el Covid, tenían tres décadas de experiencia” inventando y fabricando vacunas.

Las Vacunas.

Años de trabajo en vacunas infantiles, les resultó ventajoso a los científicos cubanos. Las vacunas desarrolladas por Pfizer y Moderna utilizaron una nueva tecnología llamada ARNm, que instruye a la células para que produzcan proteínas de punta, que a su vez producen un ejercito de anticuerpos para protegerse contra la llegada del SARS-Cov2.

Los cubanos, en cambio, siguieron un camino más tradicional. Crearon vacunas de subunidades conjugadas, que inyectan partes inofensivas de un virus que estimula al sistema inmunológico a crear anticuerpos. Para Vérez, “esa técnica había sido utilizada en millones de niños en el mundo”. El creía firmemente que era efectiva y segura.

Cerca de 400 personas trabajaron en el desarrollo, prueba y producción de las vacunas cubanas. “Durante dos años, no existió el sábado o el domingo”, dijo Gerardo Guillén, otro destacado científico, cuyo equipo creó Abdala, la inyección que se usa en la mayoría de los adultos cubanos.

Las dificultades no solo era la complejidad del virus, si no que gran parte de los equipos e insumos de última generación viene de Estados Unidos o Europa. Cuba tuvo que recurrir a compras a través de terceros. El Dr. Guillén, director de investigaciones biomédicas del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana, dijo que “siempre tenemos que estar cambiando de intermediarios, porque cuando ellos [las autoridades estadounidenses] los identifican, los cancelan”. Los científicos cubanos recurrieron a viajar al extranjero para tomar prestados equipos de colegas foráneos.

Dr. Gerardo Guillen

El Departamento de Estado contestó, a una solicitud de The Post, que el embargo “incluye exenciones y autorizaciones importantes” para exportaciones de productos “agrícolas, medicamentos, dispositivos médicos y otros artículos”. Sin embargo, las empresas temen hacer negocios con Cuba por temor a que puedan entrar en conflicto con el regulador estadounidense, escribe Sheridan.

La oficina de derechos humanos de las Naciones Unidas advirtió en 2020 que el embargo estadounidense estaba perjudicando la respuesta de Cuba a la pandemia. Cuba había logrado controlar la pandemia desde el principio, estableciendo medidas como cerrar las fronteras y evaluar enérgicamente cada caso. Pero cuando la isla se abrió parcialmente al turismo entró la contagiosa variante Ómicron.

Cuba comenzó a vacunar a sus adultos en mayo 2021 aún antes de la aprobación de sus propios reguladores. El éxito de la vacuna volvió a controlar la pandemia en la isla. Entre la pandemia, las sanciones estadounidenses y las ineficiencias de la planificación estatal, la economía de Cuba se marchitó. La falta de medicamentos fue un factor que impulsó las protestas nacionales de julio pasado.

Vérez confiaba completamente en su vacuna Soberana 02, que él mismo se la aplicó en los primeros ensayos clínicos. En septiembre de 2021, Cuba lanzó la primera gran campaña de vacunación infantil en el mundo, llegando a 1.7 millones de jóvenes, de 2 a 18 años. “Tuvimos muy pocos efectos adversos”, dijo sobre el régimen de tres inyecciones. Los científicos ahora están trabajando en una vacuna para bebés.

Según un recuento de Reuters, el 94 por ciento de los 11 millones de habitantes de Cuba han recibido al menos una dosis de las vacunas de fabricación nacional. Con el desplome de los casos, Cuba se deshizo de su estricto mandato de máscara el mes pasado, después de casi tres semanas sin una muerte por covid-19.