Minsk, Bielorrusia. – (Agencias) EL problema de los migrantes estancados en el último bosque salvaje con temperaturas gálicas en Polonia, ha llevado a esta zona a punto de explotar.
La compañía aérea estatal bielorrusa Belavia prohibirá desde este viernes viajar en sus vuelos entre Turquía y Bielorrusia a cualquier ciudadano iraquí, sirio o yemení.
Lo hace, dice, «en virtud de la decisión de las autoridades turcas», y poco después de que Minsk fuera acusada por Bruselas de estar colaborando en introducir a miles de migrantes en la Unión Europea.
Desde la Comisión Europea, su portavoz jefe-adjunta Dana Spinant reafirmaba la posición de Bruselas contra las acciones llevadas a cabo por el Gobierno de Alexandr Lukashenko.
«La Comisión Europea está, como ya hemos explicado, explorando detenidamente las posibles sanciones, incluida la inclusión en la lista negra de las compañías aéreas que no cooperen en este asunto y que sean complacientes con el tráfico de personas», anunciaba Spinant.
Mientras, la crisis en la frontera continúa, con el presidente polaco Andrzej Duda mostrando a sus guardias aduaneros todo su apoyo, pase lo que pase, después de que Minsk asegurara que «respondería con fuerza» a cualquier tipo de ataque:
«Debemos ser conscientes de que estas personas son tratadas como cosas por quienes gobiernan en el extranjero«, decía Duda a sus agentes sobre la actitud del Gobierno bielorruso para con los refugiados.
«Los empujan a la línea fronteriza para desestabilizar la situación en nuestro país, en la Unión Europea y en Occidente».
Está previsto que el próximo lunes los ministros de Exteriores de la unión aborden esta crisis en un Consejo en el que se espera se apruebe una actualización del marco legal para imponer nuevas sanciones a Bielorrusia.
Desde la ONU, mientras tanto, han convocado a todas las partes a respetar los derechos humanos de los migrantes y a abstenerse de utilizarlos con fines políticos.
El drama para estos sigue siendo el mismo, sea cual sea el fin.