CulturaLado B

¿Cuánta tierra necesita un hombre?, por Tolstói 9

V
Pajom preguntó al comerciante cómo podía llegar hasta allí y, en cuanto lo
acompañó a la puerta, empezó a hacer los preparativos para el viaje. Confió la
casa a su mujer y partió acompañado de un trabajador. Al pasar por la ciudad,
compraron una caja de té, regalos y vino, como el comerciante le había
aconsejado. Recorrieron unas quinientas verstas y al séptimo día llegaron a un
campamento bashkirio. Todo era como el mercader le había dicho. Los bashkirios
vivían en la estepa, a la orilla del río, en kibitkas de fieltro. No cultivaban la tierra
ni comían pan. Su ganado y sus caballos vagaban en rebaños por la estepa.
Tenían los potros atados a las kibitkas y dos veces al día llevaban allí las yeguas,
cuya leche utilizaban para elaborar kumis. Las mujeres batían el kumis y
preparaban queso; los hombres no hacían nada: bebían kumis y té, comían carne
de cordero y tocaban el pífano. De aspecto saludable y ánimo alegre, pasaban el
verano de fiesta. Eran ignorantes y no hablaban ruso, pero se mostraban
acogedores con los forasteros.
En cuanto vieron a Pajom, salieron de sus kibitkas y le rodearon. Encontraron
un intérprete. Pajom les dijo que había venido para comprar tierra. Los
bashkirios se alegraron mucho, llevaron a Pajom a una de las mejores kibitkas, le
hicieron sentarse sobre alfombras, le pusieron debajo cojines de plumas, se
acomodaron a su alrededor y empezaron a agasajarlo con té y kumis. Mataron
un cordero y le dieron de comer. Pajom cogió los regalos que llevaba en el carro
y los distribuyó entre los bashkirios; a continuación dividió el té entre todos. Los
bashkirios se alegraron mucho, charlaron entre ellos y luego pidieron al intérprete
que tradujera sus palabras.
—Me ordenan que te diga —dijo el interprete— que les has caído bien y que
tenemos por costumbre agasajar a nuestros huéspedes de todas las maneras
posibles e intercambiar regalos con ellos. Tú nos has hecho varios obsequios;
ahora debes decirnos qué es lo que más te gusta de lo que tenemos para que
podamos ofrecértelo.
—Lo que más me gusta es vuestra tierra —dijo Pajom—. La nuestra es
escasa y está agotada; entre vosotros, en cambio, la tierra es buena y abundante.
Nunca la había visto igual.
El intérprete tradujo. Los bashkirios estuvieron deliberando un buen rato.