Cultura

Déjame, por Jay Reséndiz

Déjame sentarme en la banca del olvido. Por un instante. Tengo tan cansados los latidos. El extrañarte ahonda los espacios y sus tiempos. Y vuelve tan eternos, los segundos… Y no le da nada de beber al corazón. Los labios están tan secos y agrietados… Tanto como las plantas de mis pies, O las tristes palmas de mis manos… Aunque siga con mis dedos enlazados, A lo ferviente del anhelo y la ilusión. Déjame. Déjame sentarme en la banca triste del olvido. Allá en la orilla misma, Donde dicen, que el mundo se termina. Donde no hay hojas que se mesan, Al compás de nada ni de nadie. Porque no existe ni si quiera la razón. Déjame. Déjame sentarme ahí, Aunque sea solo un segundo… Aunque a ti, te parezcan, Como mil eternidades… Y las diosas que a diario me visitan, Me traigan compasivas de regreso… Déjame… He de volver seguro, Por las calles conocidas. Escuchando los trinos a lo lejos… -pétalos.