Internacional

Dos cadáveres y un misterio sin resolver en Cartagena

El mayor misterio es la otra pareja, que desapareció. De ellos no se sabe nada

Cartagena de Indias, Colombia. – (Agencias) Como una novela de misterio o una nota roja que bien hubiera escrito Gabriel García Márquez, dos cadáveres y un misterio que no ha sido resuelto tiene como fondo la ciudad porteña de Cartagena de Indias. El cadáver de una mujer yacía en la cama. Su pareja, de la misma edad, estaba a punto de morir en el mismo hospital, rodeados de misterio, escribe el diario español El País.

Para los médicos que los habían atendido era un misterio la cusa de sus muertes, no comprendían que estaba pasando. El jefe les pido al equipo de médicos que había intervenido que se lavaran bien. “No sabemos contra que nos estamos enfrentando”. Diecisiete días después, las muertes de un hombre, empleado de JP Morgan, y una mujer, empleada de Procter & Gamble, que pasaban sus vacaciones en Cartagena, sigue siendo un misterio.

Nienke Bawa (izq. frente a la cámara, Bob Kootte (d)

Ellos, dos turistas holandeses, que rondaban los 30 años, con toda una vida por delante, murieron y nadie sabe por qué. Dos personas, jóvenes con buen salario, con ánimos de aventura y posición social. Las autoridades no han hecho público la autopsia ni han dado una explicación convincente. Nienke Bawa, que le gustaba la decoración, y Bob Kootte, un especialista en inversiones, se fueron sin explicación hasta el momento.

Como siempre, el silencio sepulcral de las autoridades es llenado por las especulaciones ciudadanas de lo sucedido en está ciudad caribeña.  Todos quieren saber que pasó, sin embargo, hasta ahora nadie sabe lo sucedido. La imagen de destino turístico seguro se ha visto empañada por este inexplicable suceso. La revista especializada en turismo internacional, Travelling lifestyle, publicó un artículo titulado “¿Es seguro viajar a Colombia?” que incluye una alusión a la muerte de la pareja de turistas holandeses muertos: “Aquí no vinieron esos holandeses. Y si vinieron, del mismo caldero se sirve a todos. ¿Cómo van a morirse solo dos? Yo le pido a Dios y a la Virgen que ¡qué fue lo que pasó!”.

Las investigaciones apuntan a tres lugares que esperan aguantando el aliento autopsia. Uno de ellos, el mercado de Bazurto. Edilma Marimón, lleva 40 años sirviendo comida en el mercado, un laberinto de puestos con el pescado fresco sobre maderas con un olor difícil de olvidar. Marimón dice que desde que se supo que los dos turistas holandeses, Bawa, de 29 años, y Kootte, de 31, habían estado ahí ha disminuido la asistencia.

Mercado Bazurto de Cartagena

Sin embargo, donde siempre han estado las miradas en es restaurante The Run Box. Los primeros días de saberse la muerte de los holandeses, algunos exaltados se acercaron al restaurante, en la calle Arsenal, para gritar “¡Asesinos!” a los empleados. El restaurante es propiedad del hijo del alcalde.

Ella, Nienke Bawa, hizo la reservación para la noche ese domingo al restaurante. Al última hora cambió la reservación a través de la plataforma WhatsApp, ya no serían dos sino cuatro. Otra pareja se les había unido. Pidieron una mesa en el primer piso. La cena comenzó a las 20:30. Compartieron varias entradas y bebieron 6 cocteles. Bob pidió pescado, Nienke chuletas de puerco. La otra mujer también pidió pescado y su compañero, salmón, de acuerdo con el dueño del local, Abraham Dau.

La cámaras de seguridad del restaurante los grabó saliendo de la instalación a las 23:10. Se ve a Bob, alto, güero, caminando tranquilamente con las manos agarradas a la cabeza. Parece tranquilo. A la salida, se despiden del personal y ya en la calle se observa a los cuatro conversando en un carro poco antes de perderse en la esquina, quizá rumbo al centro histórico.

El mayor misterio es la otra pareja, que desapareció. De ellos no se sabe nada. Varias versiones apuntaban que se habían dirigido a Barú, también en Cartagena, y que habían sido localizados por los investigadores que los interrogaron. Esto no ha sido confirmado ni desmentido por la policía. De acuerdo con el diario español, hay un silencio incomodo que rodea el caso. “No estoy autorizado a hablar”, se disculpa un de los investigadores.

Nienke y Bob amanecen enfermos con síntomas típicos de una intoxicación. Pasan ese lunes enfermos en el hotel boutique Casa del Coliseo, una casona colonial restaurada con gusto. Amplios salones imperiales con balcones a las calles bulliciosas del centro de Cartagena. La piscina se encuentra en la azotea, resguardada de miradas curiosas.

En el tercer lugar clave de la investigación, el hotel, poco se habla del tema. Los pocos huéspedes apenas se cruzan en el desayuno. El abogado del hotel envió un comunicado en el que asegura que las labores de investigación en su interior “no arrojaron indicios sobre el origen de su muerte”. Agregaron que solo sirven desayunos standard y que no hubo ninguna queja.

Casa Coliseo Hotel Boutique

Sin embargo, la pareja empeoró y tuvo que ser trasladada a la clínica Medihelp en la tarde del lunes, ella murió en la noche, y él, en la mañana del martes. La investigación se puso en marcha mientras eran repatriados los cadáveres.

Los investigadores se dirigieron al restaurante The Rum Box en primer instante. Revisaron los alimentos y tomaron muestras de las bebidas. Analizaron los videos del local y solicitaron todas las facturas a proveedores. El propietario, Abraham Dau, no entiende por qué el retraso en una investigación que ha afectado su negocio, aunque el pasado martes el primer piso lucia lleno. Dau asegura que ahí no se produjo ninguna intoxicación. “Nosotros quedamos mortificados”, dijo. Esa noche se sirvieron muchas cenas y nadie enfermó asegura Dau.

Sin embargo, cree en el hecho que se hayan ensañado contra el restaurante son motivos políticos por ser hijo del alcalde. Soy introvertido, esta experiencia ha sido traumática. Estoy acostumbrado a que se metan conmigo, pero yo empecé este negocio solo, me lo he sudado y me lo he sangrado”.

Los tres lugares claves de la investigación poco cambiaron su rutina diaria. El restaurante solo se cerró al público el primer día para no entorpecer la investigación. En el hotel hay un silencio casi místico. Y en el mercado, se siguen ofreciendo las langostas que forman castillos sobre bandejas de aluminio blanco y arroz hecho por kilos en enormes ollas de hierro, pero si se refiere a los “holandeses” se arma el revuelo.