Barcelona, Cataluña. – (Agencias) Ante la incapacidad de lograr la formación de un gobierno en Cataluña por las dos principales fuerzas independentistas, Esquerra Republicana Catalana (ERC) y Junts per-Catalunya (JxCat), serias advertencias han sido lanzadas.
En su editorial de hoy en el influyente medio electrónico catalán VilaWeb, Vicente Partal ha publicado dos serias advertencias a los políticos independentistas.
Jordi Cuixart, en nombre de Òmnium, y Elisenda Paluzie, en nombre de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), han acordado en las últimas horas hacer una seria advertencia a los partidos independentistas catalanes.
En la intervención para celebrar el 60 aniversario del Òmnium, que seguramente será recordado durante mucho tiempo, Cuixart fue muy contundente y directo, exigió que acabaran los insultos y agresiones verbales entre independentistas.
Advirtió que la división del independentismo es un éxito de la violenta represión española.
Por otro lado, Elisenda Paluzie aumentó ayer la presión al advertir de que la ANC se negaría a participar en más cumbres con los partidos catalanes “si terminamos repitiendo las elecciones y no hay forma de precisar el 52% alcanzado el 14 de febrero”.
Son dos advertencias importantes y simultáneas hechas a la clase política por las dos asociaciones más representativas de la sociedad civil. Y para entender lo importantes que son, creo que tenemos que mirar hacia atrás. Porque todo tiene una lógica y todo es parte de un proceso.
Durante la primera fase del actual movimiento independentista, estas asociaciones marcaron el paso de los partidos, especialmente la Asamblea Nacional Catalana con las enormes movilizaciones que logró organizar y liderar.
Pero en el verano de 2015, justo después de un período como la actual desorientación y tensión entre los partidos, llegaron las llamadas «elecciones de nuestra vida».
Las elecciones del 27 de septiembre de 2015 fueron efectivamente tan importantes como trascendentales, como se demostró después.
Tanto la ANC como el Òmnium dejaron de lado todas las precauciones y se pusieron de pie junto a las candidaturas de Junts pel Sí y la CUP.
La presencia en las listas de la primera de Carme Forcadell, hasta la entonces presidenta de la ANC, y la anhelada Muriel Casals, hasta entonces presidenta de Òmnium, enviaron un mensaje claro: “todos vamos con unos y otros. Y todos íbamos”.
De acuerdo con el editorial de VilaWeb, la fuerte presencia de independientes en los grupos parlamentarios independentistas hizo de esa legislatura la mejor, más interesante, digna y bien gastada en la historia del parlamento.
No sólo por las importantes leyes aprobadas o por el brillante desmantelamiento del posfranquismo que fueron las sesiones de septiembre de 2017. También porque terminó con el referéndum de autodeterminación y la proclamación de la independencia. Y la violenta reacción española.
Entonces se puede entender que, al igual que ha sucedido en la sociedad en su conjunto, la lucha contra la represión ocupó un espacio tan grande de las preocupaciones que parece que a veces la independencia y todo ha cambiado.
En los últimos tres años, el esfuerzo realizado por la sociedad catalana ha sido inmenso y ha forjado las condiciones de un nuevo altibajo en España. Pero las discrepancias sobre lo que había que hacer políticamente se han ampliado y parecen arrastrar a estas entidades y todo, a un fracaso.
Pero el tic-tac del reloj parece haber terminado en alarmarlos. Suficiente para hacer, tal vez, ese papel que habían desempeñado, el papel de representar a la gente en la calle frente a políticos profesionales.
El editorial plantea la posibilidad de que tal vez no sean escuchados. Pero aquellos que tienen en sus manos la negociación, empezando con Pere Aragonés, que tiene la obligación de formar el gobierno, no deben sentirse cómodos con estas advertencias.
Y también plantea, que todo esto sea, con la ANC, con Omnium, con el Consejo de la República o con quien sea si nadie puede hacerlo, el comienzo de una nueva etapa. O, como lo llama el editorial, el regreso a los mejores momentos: calle, calle y más calle. Presión, presión y más presión sobre los políticos.
