Opinión

El alumno hace al maestro


carlos_rdzf@hotmail.com

Me atrevería a asegurar , que cuando el estudiante egresa de la escuela normal, se convierte en profesionista y cuando ingresa a la práctica ordinaria de los procesos de enseñanzas-aprendizaje, cuando hace suyo el método, la técnica y la teoría y los combina con la interacción con lo que es el alumno como ser humano, como estudiante, con sus emociones, con sus expectativas, sus sueños, con sus estilos de aprendizaje, cuando comprende que ahora en su vida lo más importante son sus alumnos y se preocupa por cada uno de ellos, cuando los conoce y sabe de sus alcances, cuando disfruta sus logros  y le duelen sus tropiezo y lo orienta y guía para que triunfen, entonces, se convierte en maestro.

Cuando vive con pasión su profesión dentro del aula y sobre todo, cuando la vive con ferviente pasión fuera de ella, en la vida ordinaria, cuando es un ejemplo para el alumno las 24 horas de cada día, estás hablando de un maestro. El maestro se va haciendo cada día mejor maestro , gracias a la interacción con los alumnos. Aprende a ver al alumno más allá del aula: cómo vive, piensa, se relaciona, resuelve sus conflictos, el color de sus sueños, sus temores, sus virtudes, sabe lo que está pasando en su interior al mirar sus ojos, sabe cómo está estructurando los aprendizajes al cuestionarle e ir analizando sus respuestas.

El alumno va dando la pauta para que el maestro lo guíe, el maestro lo sabe, no lo puede defraudar.

El maestro guía al alumno aún sin verlo, aun sin estar presente cuando un conflicto académico o un problema en la vida ordinaria se le presenta. El alumno recuerda el rostro del maestro con la expresión de serenidad, de sapiencia , encontrando la sugerencia de analizar y pensar antes de actuar. Quizá recuerde alguna frase que haya dicho el maestro y ésta se convierta en un tip para la solución del conflicto. Quizá imagine lo que le diría su maestro.

Un maestro conoce la esencia de todo su grupo, pero, sobre todo, conoce la esencia de cada alumno.

Es maestro de 8 am a 1 pm, y es maestro de las 13 horas a las 8 horas del día siguiente. Por eso el maestro siempre está ahí con su ejemplo para guiar.
El alumno recuerda al maestro y sabe que puede encarar los retos que el destino le depare cada día. El alumno sabe que el maestro va ahí , caminando junto a él. El maestro camina por la vida con un libro en la mano, el cual lee con deleite, sabe que leer es cultura y que si no la tiene , no la podrá trasmitir al alumno, lee  y se supera día a día, pues superarse es también enseñar al alumno, hacerlo sin pronunciar palabras, con el ejemplo, es la mejor cátedra, el maestro lo sabe.

El maestro vive y muere con gallardía, sabe que todo lo que haga se trasmite al alumno.

Cuando sabe de algún alumno que culminó estudios profesionales, levanta la mirada al cielo y sonríe con aire de triunfo, de satisfacción plena. Lo disfruta como lo haría  un jugador que  mete un gol en un juego de final de  campeonato mundial.

El maestro, disfruta ser maestro.

No tengo ninguna duda para aseverar, que el alumno hace al maestro. Lo reitero con plena convicción, el alumno, hace al maestro. Por eso, hoy que aún tengo vida y disfruto el orgullo de ser maestro , agradezco de corazón a todos los alumnos y todas las alumnas con quienes he tenido el privilegio  de interactuar en las aulas, por todo lo que me han enseñado a través de sus preguntas, reflexiones, críticas, actitudes, de sus miradas, de sus sonrisas, de sus lágrimas cuando nos despedíamos al terminar un ciclo, por  hacerme maestro… gracias.

Siempre he querido  que cada día en las aulas  sea  un espacio de reflexión, crítica, autocrítica y de construcción de aprendizajes para la vida. Con cariño, respeto y admiración a todos mis ex  alumnos, desde aquellos que encontré en mi primer año de servicio en el año de 1985 en Toluca, no solo recuerda sus nombres, sino, la esencia de cada uno ( Jonathan, Martha, Tomasa, Gilberta, Melitón, Lupita, Lourdes, Juan Manuel…), a quienes he dado clase en preescolar, primaria, secundaria, INEA, licenciatura y maestría, a todos, a todas, muchas gracias. A la alumna que un día me regaló al unísono su inolvidable sonrisa y una dulce manzana roja.

Nunca se rindan, luchen siempre contra la injusticia, respeten siempre a los maestros. No dejen nunca de leer. Diría J. Bucay, que el tren que viaja con destino a la sabiduría, siempre pasa , abórdenlo y no se bajen de él. El ser humano jamás deja de aprender. Lleven un buen libro a donde quiera que vayas, tengan la certeza  de que irán  bien acompañados.
La vida es corta, no lo olviden.  La mejor manera de disfrutar y de honrar a la vida, es siendo felices. Si tuviese una última instrucción que darles, es justamente esa,  por sobre todas las cosas, sean felices , sonríanle a la vida.

Aquella carta que les escribí a cada uno al terminar la materia , en licenciatura y en maestría, no lo hice con el puño,  les confieso hoy, lo escribí con el corazón, por gratitud, por lo que cada uno de ustedes me enseñó en ese curso que terminaba.
Hasta siempre, mis queridos y respetables ex alumnos.