CulturaLado B

El amigo de Virginia Woolf 3

El té se había enfriado

La conversación continuaba. Eso le permitió a Miguel Ángel darse tiempo para curiosear, ver y hojear la biblioteca. Veía que la mirada de Virginia aparentaba ser fuerte, pero realmente escondía su dolor. Su ternura era bella y más cuando leía en voz alta. El otoño era el paisaje de los poetas. El poeta le confesaba que amaba bajar al sótano de su casa para leer poesía. La poesía se disfrutaba independientemente del lugar.

El poeta de Oviedo había sido educado bajo los principios cívicos de una familia con buena raíz y costumbres. Virginia sonreía y parecía una niña que disfrutaba el lirismo, eso alimentaba su ego filosófico. Confesaba que cuando era niña su comida se la daba a su gato. Los dos sonreían.