Religión

El Evangelio de hoy 1 de Abril: “Los amó hasta el extremo”

Del santo Evangelio según san Juan: 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: «Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?» Jesús le replicó: «Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde». Pedro le dijo: «Tú no me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tendrás parte conmigo». Entonces le dijo Simón Pedro: «En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dijo: «El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos». Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: ‘No todos están limpios’.
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan».

Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXIÓN

Juan no nos ofrece la tradición de las palabras de la última cena, pero sí una relato asombroso, un gesto profético que está lleno de sentido como lo estaba la entrega de su vida en el pan y en la copa de aquella noche última de su vida. San Juan dice que había llegado su “hora” de pasar de este mundo al Padre… y esa hora no es otra que la del amor consumado.

El lavatorio de los pies tiene toda la dimensión de entrega que la misma acción del pan partido y repartido y la copa de la alianza nueva. Son dos gestos que pueden perfectamente complementarse. No sabemos por qué los sinópticos no nos han ofrecido esta tradición, este gesto, ni podemos conocer su origen, aunque podríamos rastrear algunos aspectos bíblicos que lo llenan todo de un sentido especial, profético y creador.

Es la escena inaugural de la pasión según San Juan, que si bien es la parte más semejante a la de los sinópticos, tienes varias cosas muy diferentes, y una es esta del lavatorio de los pies. Sabiendo que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre (¡que espléndida teología joánica de la muerte!).

Hermanos, Esta muerte ya no es una tragedia, como lo es para muchos… sino un triunfo que se apunta desde este comienzo de la pasión joánica.