Religión

El Evangelio de hoy 5 de Noviembre: “Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte”

Del santo Evangelio según san Lucas: 15, 1-10

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: «Éste recibe a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo entonces esta parábola: «¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’. Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos, que no necesitan convertirse.
¿Y qué mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una lámpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido’. Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte».

Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXIÓN

En este capítulo, san Lucas ha recogido quizás las más bellas parábolas que Jesús dijo, pues son las que nos expresan el infinito e incansable amor de Dios por nosotros, sus hijos. Dios nos ama; tenemos que meternos esta idea no solo en la cabeza sino en el centro de nuestro corazón. Nos ama a pesar de nuestras debilidades y pecados; nos ama como somos, aunque busca continuamente que salgamos de nuestra miseria. 

No es un Dios que está siempre acusando sino que es un Dios que está siempre salvando. ¿De dónde salió la idea de que Dios es un policía? ¡No lo sé! Pero lo que sé es que tenemos que cambiarla, pues Jesús nos ha revelado que Dios es un Dios amoroso que se alegra cuando uno de nosotros decide dejar su vida de pecado para iniciar un camino de conversión en su amor.

Hermanos, Jesús ha venido por ti y por mí, no porque somos buenos sino porque somos pecadores.