Religión

El Evangelio de hoy 9 de Junio: “Hagan esto en memoria mía”

Del santo Evangelio según san Lucas: 22, 14-20

En aquel tiempo, llegada la hora de cenar, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: «Cuánto he deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer, porque yo les aseguro que ya no la volveré a celebrar, hasta que tenga cabal cumplimiento en el Reino de Dios». Luego tomó en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias y dijo: «Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios».
Tomando después un pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». Después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo: «Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes».


Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXIÓN

Dos acciones pueden ser consideradas como las propias del sacerdote ministerial: La Reconciliación y la celebración Eucarística. De manera particular, en la Eucaristía actualiza de nuevo la Cena y posibilita a la Iglesia comer el cuerpo y beber la sangre de Cristo, elementos sin los cuales, como lo dice el mismo Jesús no se pude tener vida, no se puede resucitar. 

Jesús ha sellado una nueva alianza, una alianza de amor, por medio de la cual nosotros aceptamos ser su pueblo y él ser nuestro Dios. Aceptamos vivir de acuerdo al Evangelio y él nos promete darnos la gracia para ser verdaderamente felices. Con el amén que pronunciamos cuando el sacerdote levanta el cáliz con la sangre de Cristo y la patena con su cuerpo, estamos reafirmando este compromiso. 

Por eso, más que una aclamación, debería ser un grito jubiloso o un programa de vida. La próxima vez que participes en la Eucaristía, recuerda que después de la consagración, por medio de las palabras del sacerdote, ya no hay más pan ni más vino, sino el cuerpo y la sangre de Cristo, y que esto fue posible por el don que Dios les dio a sus apóstoles de ser con él también sacerdotes. ¡Qué gracia infinita ha donado Cristo a su Iglesia en los sacerdotes!