Opinión

El lobo bueno contra el lobo malo. ¿Quién ganará?

Recuerdo con claridad que cierto día al leer un muy buen libro, me encontré una extraordinaria narración, una leyenda de los indios Cherokee, en la cual un niño ,preguntaba a su abuelo: ¿Por qué hay gente mala,  gente que se pelea? El abuelo le respondió: mira hijo, todas las personas llevamos en nuestro interior dos lobos que siempre se pelean, a diario tienen grandes batallas.  Uno representa el miedo, la ira, la avaricia, la arrogancia, la maldad y el otro lobo representa la felicidad, la paz, el amor, la humildad, la serenidad, la solidaridad, la amistad, la nobleza, el autocontrol, la amabilidad y la generosidad.

¿Y cuál lobo gana? le cuestionó el nieto. El que alimentes mejor, le dijo el abuelo. 

Conforme pasan los años, se va palpando una  sociedad que camina perdiendo valores y sensibilidad ante hechos tan crueles. A donde voltees se advierten familias disfuncionales, gente sin ilusiones, seres que ya no sueñan, las estructuras familiares, llenas de valores donde todos comían juntos, charlaban, los hijos acataban los consejos de los padres, veían y atendían con respeto a los abuelos, hoy, muy poco de eso queda. ¿Cuándo nos perdimos? Me he preguntado una y otra vez.  Desde un punto de vista muy personal, considero que cuando teníamos una educación con enfoque tradicional,  donde aun existía un vínculo entre padres, maestros y alumnos, había armonía en las familias y valores cívicos en la sociedad.

Con el surgimiento de extraordinarios pedagogos como el francés Célestin Freinet, la italiana María Montessori, el ruso Makarenko y otros, se dieron grandes y fascinantes aportaciones para enriquecer la educación. Sin embargo, se quiso romper con un modelo educativo que tenía cientos de años aplicándose y se brincó estrepitosamente de un modelo a otro, así, todos corrieron a un mundo llamado «libertad», pero junto a éste, había otro mundo llamado «libertinaje». Al no haber señalización de límites fronterizos, muchos, pero muchos, se perdieron en ese segundo mundo, pensando que se encontraban en el primero, hallando alimento en abundancia para el lobo malo, quien cada día se nutría demasiado.

Si después de esta terrible y mortal persecución que hace el coronavirus sobre el ser humano en cada rincón del mundo no cambiamos y seguimos siendo iguales; si no somos capaces de analizar, reflexionar y actuar para ser mejores personas, para construir mejores familias y sociedades del conocimiento y a la vez de valores cívicos,  alimentando al lobo bueno, entonces, estaremos destinados a ser intrascendentes, simplemente a vivir el ciclo de nacer, crecer y morir, sin ser capaces de construir y heredar un mundo mejor a las generaciones siguientes.

Hace muchos años, vi una película de Barbra Sreisand en el cine, la cual al concluir decía la siguiente frase: «El ser humano, es el único de todos los seres vivos capaz de realizar desde lo más sublime hasta lo más insensato».
Hagamos lo más sublime, alimentemonos con felicidad, amor, respeto, serenidad, esperanza, humildad, confianza, con la verdad. Así lograremos que siempre, en cada batalla triunfe el lobo bueno.

Ante esta situación adversa que estamos viviendo hoy en día, saquémosle lo bueno, aprovechemos la coyuntura que se vive en todo el planeta, logremos que todas las familias que están en casa en cuarentena para convivir, charlar, conocer más a los hijos, como el tipo de estrategias intelectuales que aplica ante determinado conflicto,  su inteligencia intrapersonal, su inteligencia emocional, sus sueños, etc. Evitar «convivir horas y horas con el celular». Sin reglas no es libertad, es libertinaje.
Decía el pedagogo brasileño Paulo Freire: «Uno de los desafíos a los que nos enfrentamos los educadores es descubrir que resulta históricamente factible en la línea de contribuir a la transformación del mundo, originando un mundo más redondeado, menos anguloso, más humano».

Después de esta pandemia, de esta crisis mundial, es indudable que tenemos que cambiar, que debemos ser mejores en todo, que debemos valorar por sobre todas las cosas la vida, la salud, la felicidad, la sensibilidad, la solidaridad y que jamás debemos dejar de soñar con un mundo  mejor, como lo señalaba Freire.

Hay mucho por hacer, pero por lo pronto quedándote en casa ya haces demasiado, es un buen inicio. Quédate en casa.
Oremos por quienes han sido alcanzados por el COVID-19 y de manera muy especial por quienes han fallecido  por dicha causa, postrados en cama sin poder ver a sus familiares, muriendo totalmente solos.

Que la vida nos dé la revancha!!
Seremos mejores.
Recuerda que cada minuto de cada día, hay una férrea batalla en tu interior.  Tú decides quién gana…