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“El sueño americano”, por Javier «tigrillo» Vallejo

Leer historias apesadumbradas tienen un significado telúrico, es como adentrarte en la desdicha que llevan las personas tristes. Papá comentaba que nosotros somos de Abasolo y tenemos buena raíz. Hoy sus palabras tienen fuego. Había un muchacho que tomaba la decisión de abandonar a su familia. Vivía en la pobreza y la venta de puercos no le brindaba estabilidad económica. Era testarudo, estaba cansado de vivir en la pobreza y un día confrontaba a su viejo. Le refutaba sus enseñanzas y después de tanta discusión huía en busca del llamado “sueño americano”.

Emigraba hacia el Norte mexicano y llegaba hasta el Río Bravo. El límite entre las fronteras de México y EUA. En ese lugar abundaba la gente mala y casualmente ese día le llovieron las balas y apenas sobrevivía en su intento de cruzar el río. Por poco muere en la búsqueda de su sueño. Al otro día un policía lo encontraba, le explicaba la situación. El oficial le da unas monedas para que compre un boleto y regrese a su pueblo. No tuvo alternativa, cuando llega descubre que no tiene casa y que su esposa se había ido. Su papá le puso una regañada por tarugo. Paso del Norte es un cuento que te acercaba al pensamiento de Rulfo. Conjugaba su vocación narradora con su pasión archivera, evocaba con nostalgia espectral a personajes de carne y hueso.