Internacional

El último iPhone, perfumes Chanel o un Rolex, siguen ahí

Moscú parece no sufrir de las sanciones a partir de su operación especial militar en Ucrania. Los aparadores lucen llenos y luminosos en sus centros comerciales.

Moscú, Rusia. – (Agencias) Las luces engalanan la capital de Rusia, Moscú, de cara a las fiestas de Navidad y Año Nuevo, mientras la capital de Ucrania, Kiev, se encuentra casi a obscuras frente al frio invierno. Moscú parece no sufrir de las sanciones a partir de su operación especial militar en Ucrania. Los aparadores lucen llenos y luminosos en sus centros comerciales.

Los que tiene dinero pueden permitirse comprar marcas que supuestamente se habían ido de Rusia tras la guerra en Ucrania. Ropa europea, electrónica estadounidense, perfumes de moda, aún hoy se puede encontrar casi de todo, aunque más caro. El último iPhone, un capuchino en el nuevo Starbucks o una camisa de Inditex, todo sigue en unos escaparates cuyas luces edulcoran una grave crisis económica.

Cientos de personas llenan el histórico centro comercial Gum, situado junto a la plaza Roja. Muchas tiendas de productos oficiales han cerrado, pero otros antiguos distribuidores siguen vendiendo sus productos.

De la misma manera en otras grandes superficies construidas al calor de los años de comercio abierto, como el paradójico Evropeiski (Europeo, en ruso) de la plaza de la estación de Kiev, y en la turística calle Novi Arbat, donde el brillo del hielo y los carteles de neón iluminan sus decenas de comercios adornados ya para las Navidades. Allí, incluso se anuncia en un cartel gigante el ultracapitalista Black Friday pese a la defensa a ultranza del Kremlin de sus “valores tradicionales”.

El 29 de marzo pasado, el gobierno legalizó lo que llama “importaciones paralelas”, el contrabando de ciertas marcas sin el permiso del titular de sus derechos de autor. Muchas firmas occidentales han abandonado el país, sobre todo por las dificultades para sacar ganancias, pero sus productos siguen llenando a los escaparates. 

Como sucede siempre, hay países vecinos que hacen negocio al mirar a otro lado. El gobierno ruso no veta la entrada de productos. También algunas multinacionales, especialmente de electrónica y moda, han recolocado el stock que les quedaba a través de comercios online como la plataforma rusa Wildberries, según declaraciones de fuentes del sector al diario español El País.  

“Se nota (el boicoteo), la mitad de las tiendas se han ido”, dice Ilia Nazarskii mientras está de compras en Evropeiski. Este joven recalca que, pese a todo, tampoco había mucha variedad antes. “Zara solo nos traía basura en los últimos cuatro años. Si comparas con España, nos traían las sobras que no se vendían allí”, afirma antes de recalcar que ya se habían acostumbrado a comprar en el extranjero, especialmente en Bielorrusia.

“¿Se ha vuelto todo más caro? Depende de dónde buscas y la marca que buscas. La Stone Island (una sudadera), por ejemplo, vale 30,000 rublos (475 euros) aquí y 10,000 en Bielorrusia. Y Bielorrusia está a cinco horas, dos en avión.