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Emociones y educación: descubre el poder que tienen

Sabías que las emociones pueden determinar tu éxito o fracaso en la vida? Así lo afirma Daniel Goleman, el autor de Inteligencia emocional, que dice: «La educación emocional es la base para que los niños aprendan a relacionarse consigo mismos y con los demás». La educación no solo implica transmitir conocimientos, sino también despertar sensibilidades, potenciar capacidades y transformar realidades. Son el lenguaje del alma, el motor de la vida, el color de la existencia. Nos acompañan en cada momento y en cada situación, nos afectan y nos conectan con nosotros mismos y con los demás. Tienen una función adaptativa, es decir, nos ayudan a responder adecuadamente a las situaciones que vivimos y a regular nuestro estado de ánimo.

Las emociones forman parte de la educación, ya que ésta es un proceso humano que tiene como objeto y como agentes a las personas. La educación es un proceso que implica transformación y desarrollo, es un proceso íntimo y personal, en el que cada aprendiz es el protagonista. Cada aprendiz va a ir acompañado de sus emociones y éstas van a determinar el proceso educativo. Son las que van a definir en cada momento la predisposición, las ganas, el esfuerzo y las actitudes de los protagonistas del proceso que son los que aprenden. Las emociones negativas pueden obstaculizar el éxito del proceso educativo, mientras que las emociones positivas pueden facilitar el éxito de los procesos educativos.

Educar con emoción implica reconocer, identificar, expresar y regular las emociones propias y de los demás. Implica también desarrollar competencias emocionales que permitan tener conciencia de las emociones y gestionarlas adecuadamente, lograr autonomía emocional, mejorar las competencias sociales y desarrollar habilidades que produzcan bienestar. La educación emocional puede prevenir adicciones, estrés, violencia y depresión.

Educar con emoción implica también transmitir y fomentar valores que orienten nuestras acciones y decisiones. Algunos de los valores que se pueden vincular con las emociones son: responsabilidad, resiliencia, solidaridad, autocontrol y gratitud. Estos valores nos ayudan a asumir las consecuencias de nuestras acciones y cumplir con nuestros deberes, adaptarnos positivamente a las situaciones adversas y superarlas con fortaleza, apoyar y cooperar con los demás, regular nuestras emociones y comportamientos para evitar actuar impulsivamente o dañar a los demás y reconocer y apreciar lo que tenemos y lo que recibimos de los demás.

Para ilustrar mejor el tema de las emociones en la educación, podemos recurrir a una fábula de Esopo que nos muestra cómo la gratitud y la amistad pueden más que la soberbia y la violencia. Se trata de la fábula del león y el ratón: Un día, un león dormía plácidamente bajo un árbol cuando sintió algo que le hacía cosquillas en el lomo. Era un ratón que había pasado por encima de él sin darse cuenta. El león se despertó sobresaltado y atrapó al ratón entre sus garras. El ratón se asustó mucho al ver al león tan cerca y le rogó que le perdonara la vida. Le dijo que no había querido molestarlo y que quizás algún día podría devolverle el favor. El león se echó a reír al oír al ratón hablar de ayudarlo. Pensó que era imposible que un ratón pudiera hacer algo por él. Pero como estaba de buen humor y no tenía hambre, decidió dejarlo ir.

Tiempo después, el león caminaba por la selva buscando algo para comer cuando vio una presa apetitosa. Era una gacela que pastaba tranquilamente. El león se preparó para saltar sobre ella, pero no se dio cuenta de que había una trampa de cazadores cerca. Al lanzarse sobre la gacela, el león cayó en la trampa y quedó atrapado en una red. La gacela escapó y el león se quedó solo y sin salida. El león empezó a rugir con fuerza, pidiendo ayuda. Sus rugidos se oyeron por toda la selva.

El ratón escuchó los rugidos del león y los reconoció. Recordó que el león le había perdonado la vida y pensó que era el momento de devolverle el favor. Corrió hacia el lugar de donde venían los rugidos y encontró al león enredado en la red. El ratón se acercó al león y le dijo que no tuviera miedo, que él lo iba a ayudar. El león vio al ratón y se sorprendió. No podía creer que el ratón hubiera venido a socorrerlo. Le dijo que no podía hacer nada por él, que era demasiado pequeño e insignificante. El ratón le dijo que no se preocupara, que él tenía unos dientes muy afilados y que podía roer la red. Así lo hizo, y poco a poco fue haciendo agujeros en la red hasta que el león pudo salir.

El león se sintió aliviado y agradecido. Abrazó al ratón con cuidado y le dio las gracias por haberle salvado la vida. Le dijo que se había equivocado al despreciarlo por su tamaño o su condición, y que ahora sabía que todos podían necesitar ayuda y todos podían ofrecerla. El ratón se alegró de haber podido ayudar al león y le dijo que no había de qué darle las gracias, que solo había cumplido su promesa. Le dijo que lo importante no era el tamaño o la condición, sino el corazón. El león y el ratón se hicieron amigos y desde entonces se respetaron y se cuidaron mutuamente.

En conclusión, las emociones en la educación son un desafío y una oportunidad. Un desafío porque requieren de una atención constante y de una formación específica. Una oportunidad porque ofrecen la posibilidad de potenciar el desarrollo integral de las personas y de mejorar la calidad de la educación. Educar con emoción es educar para la vida. ¿Qué te hace sentir la educación? ¿Qué emociones te despiertan tus maestros y tus alumnos? ¿Qué valores te inspiran a educar y a aprender? ¿Qué lecciones podemos aprender de la fábula del león y el ratón sobre la gratitud y la amistad? Te invitamos a compartir tus reflexiones y experiencias en los comentarios.