Tel Aviv, Israel-. – (Agencias) Permanecieron. Caminaban susurrando oraciones y bailaron sobre los restos de basura esparcidos del día anterior.
Ya no eran lo miles que el pasado 29 de abril colmaron la cima del monte Méron para celebrar el festival Lag Baomer, alrededor de la tumba del rabino Shimon Bar Yochai.
Pero cientos de ellos permanecieron el viernes alrededor de la tumba, bajo la pendiente del monte Méron, que domina Galilea, donde una estampida mató a 45 de ellos y dejó más de 150 heridos.
En su visita al lugar, Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel, lamentó la “desgarradora” tragedia y anunció que el domingo se declara día de luto nacional.
¿Pero a quien le importa de ellos la nación? Para los jaredies, aquellos que tiemblan ante Dios, tiene muy poco significado.
De acuerdo con Le Monde, este dolor les pertenece por derecho propio. Lo mismo que sus aposentos en Jerusalén, Méron es para ellos una isla donde los laicos y representantes del Estado solo entran con el consentimiento de los rabinos y de puntillas.
Las acusaciones llegaron de todos lados en la madrugada del viernes. ¿Fracasó la policía que había desplegado miles de hombres en Méron, con acuerdo de los rabinos que dirigen el sitio sagrado?
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Nachman Gueta, de 17 años, pregunta ¿por qué la policía bloqueo las escaleras? En la noche del jueves, este joven subió a la resbaladiza rampa de salida, pavimentada con placas metálica, se trasladó a un costado del santuario.
Desde ahí, fue testigo de cómo una multitud incontrolable se presionaba sobre una valla instalada por la policía que bloqueaba el paso, según varios testigos.
Nachman ayudó a transportar a los heridos. Ha distribuido primeros auxilios, está “un poco entrenado para eso”. El joven se encuentra en shock. Habla con voz ausente.
Pertenece a la secta Breslov, los que dan la bienvenida a los recién conversos a la ortodoxia. Esta es su decima peregrinación.
“En estos pasos que conocemos bien, es cada año el problema. Intentamos decírselo a la policía, pero no quisieron oír nada. No confiamos en ellos de todos modos”, dijo Nachman.
Las molestias contra los rescatistas y la policía se nota en cada testimonio sobre lo sucedido. En un video muestra a un joven que reza para que lo dejen salir, mientras la gente trata de quitar un obstáculo que lo presiona.
El chico murió. Estaban mostrando su foto. Es pelirrojo y con mejillas rosadas. Al parecer la policía impidió que los rescatistas ortodoxos de la Organización Echoud Hatzalah ayudara a los herido.
Un rescatista, que esta sobre la rampa, rechaza la versión, e insta a los jóvenes a no difundirla.
Sin embargo, un anciano de Jerusalén que no quiso dar su nombre, reclama: “Todo el país nos odia, al igual que la policía. Sólo eso puede explicar racionalmente este accidente».
Y existe una cierta razón a esa desconfianza en el país. En el año de epidemia de coronavirus, los ultraortodoxos se negaron a respetar las medidas de contención que se establecieron, obedeciendo solo a sus propias reglas.
Este año habían regresado en gran número a Méron, mientras que el país levantaba la mayoría de las restricciones, después del resultado de la exitosa campaña de vacunación.
«Los parlamentarios de los partidos ortodoxos se volvieron locos porque la policía les pidió que no trajeran demasiados fieles. Compitieron entre ellos, no querían aceptar límites»,dice Yanki Farber, periodista de la prensa ultraortodoxa DFN.
Hay muchas salas de oración por todas partes, desde terrazas hasta patios. Están prefabricadas en precario equilibrio sostenidos por piedra, pasadizos que se asientan sobre pilotes, escaleras metálicas estrechas y difíciles.
Cada una de estas tramas es la preciada posesión de una de las muchas sectas Jasídicas. Luchan duro por su control, y por el control de las urnas donde se recogen las donaciones de los fieles. Su único punto de acuerdo es su negativa a permitir que el Estado interfiera demasiado de cerca.
Este lugar es muy peligroso, pero el interés político de los ortodoxos y sus alianzas dentro del gobierno siempre se han ganado la seguridad», dijo Yaakov Borowski, un ex jefe de policía en el norte del país.
Es un milagro que un accidente no haya ocurrido bajo mi custodia. Desde el 2008, dos informes de la Contraloría del Estado y la Policía han denunciado las indignas condiciones de seguridad de la peregrinación.
El Estado ha tratado de tomar el control de la misma a través de un procedimiento judicial, sin lograrlo hasta el momento.
Se ha abierto una investigación sobre los hechos del jueves. Pero en el fondo siempre es la misma historia.
El primer ministro Benjamín Netanyahu depende enteramente del apoyo de los Estados ultraortodoxos para formar gobierno después de cuatro elecciones parlamentarias en dos años (la última en marzo).
Su ministro de Seguridad Nacional, Amir Ohana, había visitado la escena esa mañana frente a las cámaras, kippa negra en la cabeza. Está en el cargo caliente. Pero, ¿Qué ha hecho peor que sus predecesores, que durante décadas han preservado la autonomía del Jaredim contra todo pronóstico?
