Washington, EUA. – (Agencias) A 10 años del inicio de la cacería contra Osama Bin Laden y su muerte, inició la retirada final del ejército estadounidense de Afganistán, tal cual prometió el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
Sin embargo, el Pentágono anunció el despliegue de una fuerza extra para disuadir a cualquiera que quisiera aprovechar la retirada para lanzar algún ataque, en una clara referencia a los talibanes.
Biden, había adelantado ya que las tropas comenzarían a retirarse a partir del 1 de mayo para que culmine antes del aniversario de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
La guerra de intervención de Estados Unidos en Afganistán comenzó desde antes del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York.
Todo empezó cuando la Unión Soviética invadió el país en 1979 para evitar la caída de un gobierno aliado amenazado por la oposición islamista de los muyahidines.
La intervención dio origen a una guerra de diez años que causó más de un millón de muertos y cinco millones de refugiados.
Los presidentes estadounidenses Jimmy Carter y Ronald Reagan aprobaron el envío de armas y dinero a los muyahidines. Reagan los denominó «freedom fighters» («luchadores por la libertad»).
Moscú, a finales de la década de los ochenta, tomó la decisión de reconocer la derrota. Lo que significó, para muchos analistas, el desenlace de la Guerra Fría a favor de las naciones encabezadas por Estados Unidos.
Cuando se retiraron los soviéticos en 1989, los poderosos países de occidente perdieron interés en Afganistán. Pero la guerra civil continuó, y encumbró en el poder a los talibanes.
Los talibanes eran un grupo de teólogos con una versión extrema del Islam, que le dio amparo a Osama Bin Laden. Algunos de los rebeldes que habían recibido ayuda de Estados Unidos. para enfrentarse a la Unión Soviética, ahora se unían al extremismo islamista contra Washington.
El 11 de septiembre de 2001, más de dos décadas después del comienzo del apoyo a los muyahidines, Estados Unidos sufrió en su propio territorio un ataque a manos de un grupo que integraba a algunos de quienes fueron, en principio, sus aliados en Afganistán.
A partir de ahí, Estados Unidos se embarcó en la guerra más larga de su historia, en la búsqueda del enemigo número uno de la nación: Osama Bin Laden.
Aún se encuentran en Afganistán 3,500 efectivos estadounidenses, mientras que otros países de la OTAN mantiene 7,000 elementos.
“Hemos aprendido algunas tácticas de nuestros entrenadores extranjeros que utilizaremos en futuras operaciones», declaró Hafizullah, un oficial afgano de la misión «Resolute Support», encargados de mantener la seguridad en el país tras la salida de las fuerzas extranjeras.
La decisión de Biden solo da continuidad al acuerdo de retirada firmada por la administración Trump y los talibanes el año pasado.
Mientras, los talibanes multiplican sus ataques a policías y militares afganos por lo que no es difícil predecir el futuro del país.
A la retirada de las fuerzas de la Alianza, Afganistán se hundirá en una nueva guerra civil o permitirá regresar al Talibán al poder, del que fueron expulsados a finales de 2001.
El jefe de la diplomacia europea Josep Borrell no ha ocultado su decepción y lamentó la ausencia de un estado real en el país y el hecho de que los soldados de la OTAN sean considerados como «una fuerza de ocupación».