Rangún, Myanmar. – (Agencias) La represión se intensificó en Myanmar este domingo, cuando fuerzas golpistas dispararon indiscriminadamente contra las multitudes, la mayoría estudiantes, que protestaban por enésima vez contra el golpe de Estado del 1 de febrero, en todo el país.
La represión, con toda la fuerza del ejército y las fuerzas del orden, gases lacrimógenos, granadas aturdidoras, balas de goma y balas reales; convirtieron a Rangún y varias ciudades en capos de batalla, mientras los militares aplastan la profunda resistencia al golpe de estado.
De acuerdo con el reporte de la oficina de derechos humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), al menos han muerto 18 manifestantes y hay más de 30 heridos en varias ciudades, incluyendo Rangún, Dawei, Mandalay y Bago, como resultados del ataque con balas reales a las manifestaciones.
La oficina recalcó que “el uso de la fuerza letal contra manifestantes no violentos nunca será justificable bajo las normas internacionales de los derechos humanos».
De acuerdo con el testimonio de un manifestante que se encontraba en el momento que la policía abrió fuego con municiones reales en el barrio de Hiedan en Rangún, solo se oyó una breve explosión e inmediatamente comenzaron a disparar.
«Primero dispararon con balas reales, luego gases lacrimógenos. Más tarde usaron balas de goma», dijo el manifestante a The Washington Post, identificándose solo por su nombre, Yan, por temor a represalias de las fuerzas golpistas.
«Ahora la gente se está reagrupando y protestando de nuevo», dijo Yan alrededor de la 1 p.m. hora local, “la violencia represiva ha enfurecido a los manifestantes en lugar de asustarse».
La represión de los militares este domingo marca una escalada que no se había observado, particularmente en Rangún, la primera ciudad más poblada del país, y que no había sido escenario de la violencia de los golpistas.
En el barrio de Shwe Pyi, en Rangún, el pasado 21 de febrero un hombre fue asesinado por disparos de la policía durante un patrullaje de vigilancia en el vecindario. Pero esta vez, murieron por primera vez durante las protestas.
En Rangún, los enfrentamientos se iniciaron cuando los manifestantes, la mayoría estudiantes, rodeó un camión de la policía que transportaba a los detenidos en las refriegas de las protestas, de acuerdo con The Washington Post.
Los estudiantes avanzaron hacia la línea de la policía, quien atacó haciendo retroceder a los manifestantes.
Más tarde, un grupo de profesores y abogados se reunieron afuera de la comisaría de Kyauktada, donde los estudiantes estaban detenidos.
«Hay 16 estudiantes en la estación y en el camión tal vez más de 17», dijo un profesor de lengua extranjera, que habló anónimamente por temor a represalias. «Casi todos nuestros estudiantes han sido arrestados.»
La Asociación de Asistencia para Presos Políticos dijo que, desde el golpe, más de 850 personas han sido arrestadas, acusadas o condenadas.
Mientras tanto, el barrio de Myaynigone de la ciudad, un moderno enclave de bares y cafeterías se ha transformado en un campo de batalla con barreras levantadas en las principales calles para frenar a la policía, junto con picos y derramas de diésel.
Cuando los reporteros entraron en la zona, los vigilantes les gritaron desde los balcones para advertirles sobre los obstáculos.
Una de las barricadas era comandada por un grupo de estudiantes de ingeniería de software, incluso, uno se identificó con el nombre de Thiha. Pidió que no fuera usado su nombre completo por temor a represalias.
Thiha declaró a The Washington Post, que la policía les había disparado primero balas de goma, después gases lacrimógenos y, al último, granadas aturdidoras.
«Estaba llorando un poco, pero [el gas] no me afectó demasiado porque estaba lejos», dijo, y agregó que él y sus amigos protestaban «por la libertad» y por el futuro de su carrera.
«Todo por lo que trabajamos está bloqueado sin VPN», dijo, refiriéndose a las estrictas restricciones de Internet de la junta.
Más adentro del vecindario, manifestantes con cascos, algunos con garrotes y barras de acero, otros repartiendo comida, mientras se escuchan los cánticos de: “La revolución debe tener éxito”.
