Puerto Príncipe, Haití. – (Agencias) Haití esta próximo al estallido social. Un país donde los pobres atacan a los pobres, donde la gente no se atreve a salir de compras ni a tomar el camión por temor a llamar la atención de las pandillas que secuestran a quien traiga efectivo.
Aquí las escuelas han cerrado, no por la pandemia del Covid-19, para proteger a los alumnos y profesores de la epidemia de secuestros que se dispararon hace un año.
De acuerdo con The New York Times, nadie se salva, ni los sacerdotes ni las monjas, ni los necesitados hijos de un vendedor ambulante.
Se organizan colectas entre estudiante para pagar algún recate y liberar a un compañero.
La crisis política
La crisis política empeora el panorama inmediato. La oposición ha pedido la salida del presidente Jovenel Moïse, ya que su periodo terminó el domingo.
Sin embargo, el presidente se niega a dejar el cargo, alegando que el primer año de los cinco constitucionales fue un gobierno interino, por lo que aún le falta un año para terminar.
Moïse, en un desafiante discurso de una hora, desdeñó a la oposición. “No soy un dictador”, dijo. “Mi mandato termina el 7 de febrero de 2022”, reiteró.
El pasado domingo mientras el país vivía una creciente tensión, el gobierno anunció la detención de 20 personas que llevaban a cabo un complot para asesinar y derrocar al presidente.
Entre los detenidos se encuentra un juez del Tribunal Supremo y un inspector general de la Policía, acusado bajo cargos que la oposición a calificado de inventos del gobierno.
Los haitianos, después de años de soportar pobreza, hambre, cortes de luz diario y desempleo, consideran que su país, el más pobre del hemisferio occidental, está peor y que el gobierno no ha sido capaz de brindar los mínimos servicios elementales.
Para muchos, las tensiones políticas no harán más que agravar la parálisis y el mal gobierno del país. El domingo por la tarde estallaron enfrentamientos entre policías y manifestantes en tres de la principales ciudades de Haití.
A finales del mes pasado, un grupo de obispos dijeron en una declaración firmada que “Haití está al borde de un estallido social”.
El fin de semana, el Poder Judicial se colocó al lado de la oposición, un grupo dispar de activistas, políticos y líderes religiosos, y dictaminó que el fin del mandato fue el pasado 7 de febrero.
Para complicar las cosas, Estados Unidos dio su respaldo a Moïse el viernes 5 de febrero, lo que influye en la gran mayoría de los haitianos que miran a su poderoso vecino para saber hacía donde ir.
Ned Price, portavoz del Departamento de Estado, apoyó el argumento de Moïse de que su mandato termina el próximo año, y, añadió, solo entonces “un nuevo presidente elegido deberá sustituir a Moïse”.
Pero advirtió también que no deberá retrasar la elecciones y gobernar por decreto.
“El pueblo haitiano merece la oportunidad de elegir a sus líderes y restaurar las instituciones democráticas de Haití”, añadió Price.
El presidente gobierna por decreto tras suspender a dos tercios del Senado, a toda la Cámara de Diputados y a todos los alcaldes del país el año pasado.
Actualmente, Haití tiene solo 11 funcionarios electos que representan a 11 millones de ciudadanos, ya que Moïse se ha negado a convocar elecciones,
Por otro lado, Moïse ha convocado a un referéndum para realizar los cambios constitucionales que le permitan extender su poder.
La oposición ha declarado sus temores de que la consulta no sea libre ni justa y que solo fortalecerá sus pretensiones de poder, acusación que Moïse ha negado, según The New York Times.
El líder de la coalición opositora Sector Democrático André Michell, de 44 años, declaró que, si el presidente no se hacía a un lado, la oposición organizaría más protestas y llamaría a la desobediencia civil.
“No hay debate, su mandato ha terminado”, dijo enfáticamente.
Aunque el presidente nunca ha estado en una posición más débil, encerrado en el palacio presidencial, no puede moverse libremente ni siquiera en la capital, los observadores dicen que tiene muchas posibilidades de mantenerse en el cargo.
La débil y endeble oposición está plagada de luchas internas y no consigue ponerse de acuerdo sobre cómo sacar a Moïse del poder o con quién sustituirlo.
