Bogotá, Colombia. – (Agencias) Colombia reclamó enérgicamente a México las vejaciones, humillaciones y extorciones, así como la violación a sus derechos humanos, que han sufrido sus ciudadanos cuando arriban al Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México.
/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/KSLRCV36RZEVRDTGAU7VU4G3XM.jpg)
Aunque Colombia ha reclamado el maltrato de manera reciente, esta situación sucede desde hace mucho tiempo y de manera constante, sin que hasta el momento nadie haya intervenido para solucionarlo.
En respuesta a esta situación, la canciller colombiana Claudia Blum ha enviado una nota diplomática de reclamo a su homólogo mexicano, Marcelo Ebrard, donde le expresa la terrible situación que viven los ciudadanos colombianos cada vez que vienen a México.
Como el caso de Andrés Leonardo Daza, de 25 años, oriundo de Santander y egresado de Educación Física, Recreativa y Deportes, quien decidió viajar a México en 2019.
Andrés quería visitar a su novia Laura que se encontraba en México en un programa de intercambio universitario en ese país.
En agosto de 2019, Andrés sacó su pasaporte, su boleto y preparó toda la documentación requerida para la ocasión.
Nunca había visitado México, y no le preocupaba porque tenía toda su documentación en regla, por lo que solo esperó el día para salir.
El día llegó. El 23 de agosto de 2019, Andrés por fin tomó el vuelo a la Ciudad de México, en la línea mexicana Interjet.
Después de un vuelo de 4 horas, transcurridos con normalidad, al desembarcar en el Aeropuerto empezó la pesadilla.
De acuerdo con Andrés, se encontraba haciendo fila en la aduana para entregar la documentación cuando dos mujeres pertenecientes al Instituto Mexicano de Migración se le acercaron y le pidieron sus papeles.
Andrés los enseñó sin ningún temor, él sabía que estaban en regla. Las mujeres le pidieron que las acompañara. Andrés, junto con otros viajeros fueron separados de la fila.
No puso resistencia. Fue conducido con otras ocho personas a una sala y les prohibieron usar los celulares. Ahí, les entregaron unos formularios y se les dio la instrucción de esperar a ser llamados.
Pasaron algunos minutos cuando Andrés fue llevado ante un funcionario de migración. Este le pidió que dejara sobre la mesa su celular, su documentación de ingreso al país y su boleto. Y comenzó a interrogarlo.
Andrés contestó todas las preguntas, estaba confiado en que saldría pronto. El funcionario tomó su celular y empezó a revisar sus mensajes, escudriñando sus contactos, sus archivos y el contenido durante poco más de veinte minutos.
Al terminar de revisar, el funcionario se volteó y, sin más explicación, le dijo que no cumplía los requisitos para ingresar al país.
Andrés pidió que le dijera el por qué no podía ingresar si tenía todos los papeles en regla. Entonces empezó el maltrato y la agresión por parte de los agentes mexicanos.
A empujones, de acuerdo con su relato, fue conducido por los agentes a una sala junto con los otros ocho extranjeros que se encontraban en la misma situación. La mayoría eran colombianos.
Ahí, los obligaron a entregar los celulares, a quitarse las agujetas, y separaron al grupo. Las mujeres fueron llevadas a un cuarto y los hombres a otro.
El cuarto al que fueron llevados estaba en condiciones inhumanas, relata Andrés.
«Era un cuarto oscuro, sin ventanas, cuatro o cinco colchonetas en el piso y cajas de comida regadas. Además, había un polvo blanco extraño esparcido por todo el piso. No sé qué era. Estábamos en unas condiciones deplorables», contó.
Los extranjeros que se encontraban ahí comenzaron a exigir su derecho a hacer una llamada. Cuando le tocó a Andrés, le prohibieron usar su celular y fueron los agentes quienes hicieron la llamada.
Después de permanecer poco más de cuatro horas encerrado en condiciones inhumanas, una mujer entró al cuarto y, con gritos, ordenó a Andrés y a otros de los que se encontraban ahí, que salieran inmediatamente. No los dejaron ni amarrarse los zapatos.
Andrés fue regresado a su país. Sin más explicación que una carta del Instituto Mexicano de Migración donde se le informaba “que no acreditaba la condición de estancia”.
Sus pertenencias fueron entregadas a la auxiliar del vuelo en el que fue deportado, la cual se las entregó una vez llegado a su país. Su maleta llegó cuatro días después.
Andrés regresó cansado, humillado y frustrado. Decidió no denunciar el atropello. Su testimonió lo recogió el diario colombiano El Tiempo.
Este caso, como muchos, permanece como testimonio de que México hace poco por solucionar las violaciones a los derechos de los ciudadanos colombianos, o cualquier latinoamericano, que se atreve a viajar a la Ciudad de México.
