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La crisis climática propaga la ameba «comecerebros»

El caso trajo la atención a la nueva realidad preocupante: el cambio climático. Y es que las altas temperaturas que han experimentado en Estados Unidos han fomentado la aparición de la ameba en lugares del país donde antes no existía

Phoenix, Arizona. – (Agencias) La muerte de un niño este verano en el estado de Nebraska, en Estados Unidos, puso de nuevo a la rara pero fatal Naegleria fowleri, más conocida como amena «comecerebros» en los titulares. La ameba vive en agua dulce y tibia, y puede ingresar al cuerpo a través de la nariz, desde donde viaja al cerebro y comienza a destruir el tejido.

El caso trajo la atención a la nueva realidad preocupante: el cambio climático. Y es que las altas temperaturas que han experimentado en Estados Unidos han fomentado la aparición de la ameba en lugares del país donde antes no existía, como el norte y el oeste.

De acuerdo con Charles Gerba, microbiólogo de la Universidad de Arizona, la Naegleria crece mejor en aguas cálidas, con temperaturas superiores a los 30°C y puede tolerar hasta 46°C. Lo que lo hace muy adecuado para propagarse en climas calientes. “Le gustan las aguas superficiales cálidas durante el verano en las latitudes del norte”, recalcó.

La ameba produce una enfermedad llamada meningoencefalitis amebiana primaria, y aunque es raro enfermarse, entre 2012 y 2021 solo se presentaron 31 casos en Estados Unidos, es increíblemente mortal. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC)solo 4 personas de 151han logrado sobrevivir la infección entre 1962 y 2020.         

La Naegleria generalmente se ha limitado a los estados del sur de Estados Unidos, sin embargo, en los últimos años se ha extendido de manera constante hacia el norte. Un estudio de 2021 mostró que, aunque las tasas de infección no se ha movido, la ameba se ha traslado del sur hacía las áreas del medio oeste. Se ha encontrado más al norte, en Minnesota.

Charles Gerba

Los contagios se han asociado a principalmente con nadar en lagos, aunque un brote en Arizona se derivó de uso de aguas subterráneas calientes de un pozo donde la Naegleria crecía. También ha habido casos de personas que contrajeron la infección a través de agua contaminada usada para los resbalones y toboganes en el patio trasero o realizando una irrigación nasal.

En Iowa, tras la muerte de una persona en un popular lago, se descubrió el patógeno por primera vez este verano. Una estación meteorológica cercana registro dos días seguidos temperaturas de 35°C durante el fin de semana feriado del 4 de julio, cuando se cree que la persona contrajo la ameba.

Algo que señalo Gerba, es que la mayoría de los casos son hombres menores de 18 años, aunque no está claro por qué. Quizá porque los niños pequeños son más propensos a participar en actividades como zambullirse en el agua y jugar en el sedimento en el fondo de lagos y ríos, donde es probable que resida el patógeno.

Las temperaturas más calientes no solo ayudan a la expansión del patógeno, sino que también más gente tiende a zambullirse para refrescarse, lo que hace que aumente el riesgo de contraer a la ameba, según Yun Shen, ingeniero ambiental de la Universidad de California.

El cambio climático también está exacerbando otros fenómenos meteorológicos, como graves inundaciones y sequías, que pueden ser medio para introducir más patógenos en el medio ambiente. “En las áreas de sequía, los patógenos se concentrarán en los cuerpos de agua, lo que podría aumentar la dosis de exposición de los patógenos cuando los humanos estén en contacto cercano con los cuerpos de agua”, explicó Shen.

En las áreas que se inundan, el agua puede transferir patógenos al medio ambiente; por ejemplo, una inundación podría llevar patógenos del suelo o de los ambientes acuáticos a los hogares y edificios, o provocar que la recolección de aguas residuales se desborde y arroje patógenos al medio ambiente.

Comprender dónde vive el patógeno es un desafío porque no existe una prueba rápida para su presencia o abundancia en cualquier cuerpo de agua. Y lo que es aún más frustrante, todavía no está claro por qué algunas personas se enferman con la ameba y otras no, dice el CDC. 

Después de todo, cientos de millones de personas nadan en agua dulce y tibia cada año, y solo unas pocas se infectan. Eso hace que sea un desafío crear niveles aceptables para regular.