Barcelona, Cataluña. – (Agencias) El independentismo ha vuelto a la calle. En una Diada (Día de la Gente) mucho más multitudinaria que se pensaba y pronosticaba el movimiento mismo, una multitud ha llenado las calles de Barcelona.
La división entre los partidos no ha desaparecido, pero la gente ha vuelto. Los partidos de gobierno, Juntos y ERC, no han caminado juntos, pero la gente no se ha quedado en casa. Tras la Covidien, el independentismo ha vuelto en masa a las calles.

Según el Asamblea Nacional Catalana (ANC), 400,000 personas. Según la Guardia Urbana, 108,000. Son cifras muy alejadas de las manifestaciones monstruosas de los años 2017 y 2018, la Guardia Urbana cifró en un millón las de aquellos años, pero, a la vez, muy superiores a las Jornadas pre-proces.
La división entre partidos, la Covidien todavía presente, y la falta de liderazgo han dejado mucha gente en casa, pero, al mismo tiempo, la manifestación ha sido mucho más multitudinaria que no el desánimo de algunos.
Ningún otro movimiento saca tanta gente en la calle, y las cifras ligan con la realidad electoral: el 52% de los votantes son independentistas, los partidos tienen mayoría absoluta en el parlamento, y hoy se ha visto que el genio no volverá a su esconderse. El independentismo vuelve paulatinamente en las calles.

En esta Diada, también se ha podido seguir todo el recorrido del presidente Pere Aragonés, de su llegada a la Via Laietana con Josep Fontanella, político, y juristaa las 17.10, hasta que se fue hacia el Palau de la Generalitat a las 18:18, una vez pasada la comisaría de la policía española.
Todo el tiempo dentro de la burbuja, rodeado de cuerpos de seguridad, medios de comunicación, consejeros, prisioneros políticos y ambos extremos de la multitud presentes.
Los ciudadanos que no han parado de gritar «botifler» al presidente y los que tampoco le han parado de pedir autógrafos, fotografías y selfis.

Pero Pere Aragonés incluso en eso marca carácter: los recibía, sí, tanto los elogios como los insultos, pero sin estridencias, sin levantar las pasiones que, este sí, levanta Oriol Junqueras, siempre junto a Aragonés, en algunos momentos incluso tapándolo, y que recibía gritos mucho más estridentes.
Se nota la división entre los presentes, Gente con carteles que dicen “Exigimos la independencia” por un ladoi, versus “¡presidente, presidente!”, “In-inde-independencia”.
Porque esta también ha sido uno de los datos del día: la ausencia de dirigentes fuertes. Incluso de partidos fuertes.

Es una era política con personajes mucho menos fuertes y carismáticos que Carles Puigdemont o Carme Forcadell, por ejemplo. No hemos visto aún una Diada, o un movimiento, con relevo de dirigentes, ni dirigentes destacados, quizás con la excepción de Jordi Cuixart.
Se ha visto un movimiento que vuelve a la calle, poco a poco, para ver una fuerza mucho más sólida de la esperada, con recelos hacia la mesa de diálogo que han pactado de gestionar los dos grandes partidos (Juntos y ERC), cierto, pero, a la vez, conscientes de que una cosa es volver a las calles y otra que las calles sean nuestros.