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La historia de Amelio Robles, el coronel transgénero que luchó con Zapata

La niña de rancho, creada en las entrañas del México conservador de finales del siglo XIX, recién había dejado la adolescencia cuando se unió a la revolución

Ciudad de México, México. – (Agencias) Todos los 20 de noviembre, México celebra a la Revolución Mexicana, ese movimiento social donde las clases privilegiadas guardaron sus fortunas y donde los campesinos, trabajadores y el pueblo sublevado, ganaron poco o, a veces, nada de la lucha.

Pero en el baúl de los olvidos de la Revolución Mexicana, se encuentra la historia de Amelia Robles Ávila, quien por una “simple locura” de joven, encontró la libertad, escribió la BBC.

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Amelia Robles Ávila

La niña de rancho, creada en las entrañas del México conservador de finales del siglo XIX, recién había dejado la adolescencia cuando se unió a la revolución.

Alcanzó el grado de coronel, sobreponiéndose a todos los prejuicios de que un “macho” no debía de mostrar que no lo era.

Sin embargo, fue en los campos de batalla donde forjó su nueva identidad, la que mostró el resto de su vida al mundo.

Sobre su persona, la historiadora Noemi Juárez dijo a la BBC: “»Encontramos a una persona para la que la Revolución va a ser su pretexto, su camino, su tránsito, para convertirte en lo que quería ser».

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«Es un momento en el que los roles, las buenas costumbres, los espacios, todo se diluye para que ella pueda ser lo que quería ser».

Aquella niña adolescente se convirtió en Amelio Robes Ávila, uno de los primeros casos documentados que hay en México de una persona transgénero.

La historia de Amelia

Nació en el seno de una familia acomodada del estado de Guerrero, en el sur de México, el 3 de noviembre de 1889, en las montañas de Xochipala, sin muchas ventanas para el mundo. Fue bautizada como Amelia Robles Ávila.

De acuerdo con la historiadora Juárez, en ese ambiente serrano, “aprendió a manera muy bien las armas y el caballo. Habilidades que le permitirían destacar en el campo de batalla”.

Recibió educación religiosa de acuerdo con la posición social de la familia, en el colegio para señoritas de las Hijas de María Inmaculada de la Medalla Milagrosa.

Según la historiadora, allí comenzó su rebeldía. Se sintió atraída por una compañera a la que seguía, tratando de mantener una relación con ella”.

La Revolución.

Los opositores a la dictadura de Porfirio Díaz, encabezados por Francisco I. Madero, estallaron la revolución el 20 de noviembre de 1910.

La “bola” la agarró en su natal Xochipala. Por ahí pasaron los guerrilleros del sur, reclutando a quienes se quisieran sumar. A Amelia, como a todos los jóvenes, le llamó la atención.  

el General Emiliano Zapata

Ese grupo guerrillero sería más tarde el Ejercito Libertador del Sur, comandado por el centauro del sur, el general Emiliano Zapata, el creador del Plan de Ayala y la lucha por la tierra. Años más tarde confesaría que se unió “a la bola por pura locura de juventud”.

«O sea, dije bueno, yo no sabía qué era el Plan de Ayala, yo no sabía qué es lo que estaba pasando. Pero vino la bola y me fui con la bola», dijo en una entrevista con el diario El Universal en 1927.

Su idea era ser “completamente libre”.

«A ella en cierto momento le beneficia. De repente, sabe que tiene un mundo fuera, en el que puede involucrarse en el manejo de las armas, del caballo e interactuar con otros grupos», explica la historiadora.

Ser masculino para sobrevivir

A las mujeres en la historia de la revolución las colocan en el estereotipo de las “adelitas”, las encargadas de las labores de apoyo a la tropa.

Sin embargo, muchas tuvieron un rol armado más activo.  Tuvieron que adoptar la apariencia de hombre, incluso algunas tuvieron que cambiarse el nombre.

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«En efecto, hubo muchas mujeres que se incorporaron a las filas como soldados. Pero hay una cosa que tuvieron que hacer y fue masculinizarse. En este sentido Amelio no fue el único, tenemos otros ejemplos», explica Juárez.

Petra Herrera fue el revolucionario Pedro Herrera, Ángela Jiménez pasó a ser en el combate Ángel Jiménez. Solo algunas, como la coronela Rosa Bobadilla, mantuvieron su apariencia y nombre, y fueron mando en la tropa.

Al término de la revolución, regresaron a sus hogares y siguieron sus vidas como mujeres, tal fue el caso de Petra Hernández y Ángela Jiménez.

Pero no el de Amelia. Ella fue diferente.

La guerra de Amelio

Al llegar a la revolución, las habilidades de Amelia se hicieron notar inmediatamente, sobre todo en las estrategias de emboscadas al ejército federal en la sierra de Guerrero, que conocía perfectamente.

Participó en la toma de Chilpancingo, que ocasionó la caída del usurpador Victoriano Huerta. No solo eso, en un combate ella sola logró robar el caballo de un general federal, mostrando su astucia y valor personal.

De acuerdo con la historiadora, hay algunos testimonios de que Amelia entró a las fuerzas revolucionarias con sus enaguas o vestido rojo y sus trenzas.

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“Pero va a ser en este proceso de la Revolución en el que empieza a cambiar a esta identidad de Amelio ‘el güero’ Robles», dijo.

Su ascenso fue vertiginoso. De teniente paso a mayor, luego a coronel. Tuvo bajo su mando a unos 1,000 hombres.

Es aquí, donde se origina el debate en torno a la figura del coronel Amelio Robles, que continúa hasta nuestros días: la identidad de género, el avance de los derechos de la comunidad LGBTIQ y el feminismo.