Cultura

La literatura es una canción de Lennon, por Miguel Ángel Gómez

La literatura es una canción de Lennon que nos permite alcanzar un grado de tranquilidad. El escarabajo trata de hacer trabajos, se mueve y se desespera. “You may say I’m a dreamer / but I’m not the only one”.

Decía Paul Auster que el escritor no elige la profesión como el que se hace médico o policía. No se trata de escoger como de ser escogido, y una vez que se asimila sin flaquear que no se vale para otra cosa, hay que estar preparado para flotar a la deriva con el menor esfuerzo. Ha puesto todo su empeño Juan Manuel Ramírez Paredes en traer, fascinado, la silueta de cadáveres hospitalarios. Hay dos tipos de libros: uno, el que es capaz de sorprendernos vuelto hacia dentro y otro, el que mira hacia afuera teniendo cien palabras o mil. Oscar Wilde, Aldous Huxley, Whitman se convierten en protagonistas. No está de vuelta de todo nuestro autor sino que despeja las dudas de escritor como una tormenta repentina y feroz. Sabe que no quiere que le llegue la hibernación literaria, desea escribir libros siendo un lector activo. H. G. Welles regresa con aventuras de vida o muerte. Sale a cenar con nosotros y juega al bridge. Por la mañana no despierta. Hay una guardia con una estructura oxidada detrás de la biblioteca donde cualquiera sabe quién es y qué se trae entre manos. “Tras días jugando al escondite, encontró la mejor guardia posible. Detrás del sillón de la biblioteca (…) Anna solo debía contener la respiración si escuchaba que alguno de los contendientes venía a buscarla. El juego estaba ganado. La Segunda Guerra Mundial había finalizado tiempo atrás y la casa continuaba deshabitada”. Casas por las que nos dejamos envolver. Casas fuertes como montañas.