CulturaLado B

La metamorfosis, por Kafka 54

El matrimonio Samsa estaba sentado en la cama e intentaba
sobreponerse del susto de la asistenta antes de llegar a comprender su
aviso. Pero después, el señor y la señora Samsa, cada uno por su lado,
se bajaron rápidamente de la cama. El señor Samsa se echó la colcha por
los hombros, la señora Samsa apareció en camisón, así entraron en la
habitación de Gregorio. Entre tanto, también se había abierto la puerta
del cuarto de estar, en donde dormía Greta desde la llegada de los
huéspedes; estaba completamente vestida, como si no hubiese
dormido, su rostro pálido parecía probarlo.
-¿Muerto? -dijo la señora Samsa, y levantó los ojos con gesto
interrogante hacia la asistenta a pesar de que ella misma podía
comprobarlo e incluso podía darse cuenta de ello sin necesidad de
comprobarlo
-Digo, ¡ya lo creo! -dijo la asistenta y, como prueba, empujó el cadáver
de Gregorio con la escoba un buen trecho hacia un lado. La señora
Samsa hizo un movimiento como si quisiera detener la escoba, pero no
lo hizo.
-Bueno -dijo el señor Samsa-, ahora podemos dar gracias a Dios -se
santiguó y las tres mujeres siguieron su ejemplo.
Greta, que no apartaba los ojos del cadáver, dijo:
-Miren qué flaco estaba, ya hacía mucho tiempo que no comía nada. Las
comidas salían tal como entraban.
Efectivamente, el cuerpo de Gregorio estaba completamente plano y
seco, sólo se daban realmente cuenta de ello ahora que ya no le
levantaban sus patitas, y ninguna otra cosa distraía la mirada.