CulturaLado B

La metamorfosis, por Kafka 8

-Señor Samsa -exclamó entonces el apoderado levantando la voz-. ¿Qué
ocurre? Se atrinchera usted en su habitación, contesta solamente con sí
o no, preocupa usted grave e inútilmente a sus padres y, dicho sea de
paso, falta usted a sus deberes de una forma verdaderamente inaudita.
Hablo aquí en nombre de sus padres y de su jefe, y le exijo seriamente
una explicación clara e inmediata. Estoy asombrado, estoy asombrado.
Yo le tenía a usted por un hombre formal y sensato, y ahora, de repente,
parece que quiere usted empezar a hacer alarde de extravagancias
extrañas. El jefe me insinuó esta mañana una posible explicación a su
demora, se refería al cobro que se le ha confiado desde hace poco
tiempo. Yo realmente di casi mi palabra de honor de que esta
explicación no podía ser cierta. Pero en este momento veo su
incomprensible obstinación y pierdo todo el deseo de dar la cara en lo
más mínimo por usted, y su posición no es, en absoluto, la más segura.
En principio tenía la intención de decirle todo esto a solas, pero ya que
me hace usted perder mi tiempo inútilmente no veo la razón de que no
se enteren también sus señores padres. Su rendimiento en los últimos
tiempos ha sido muy poco satisfactorio, cierto que no es la época del
año apropiada para hacer grandes negocios, eso lo reconocemos, pero
una época del año para no hacer negocios no existe, señor Samsa, no
debe existir.