He tomado la verdad entre mis manos,
mantengo el deseo de ceñir la desesperación
que me provoca la ausencia de latidos.
La noche me toma sentado,
en la neblina de las miradas
que se pierden en la oscuridad
del cielo sin luna.
No, de verdad que no ha sido fácil,
andares que se vuelven
compañeros de los días
tornados a grises, de tardes
nubladas, con llovizna que no deja de caer,
confundida entre las lágrimas
que derrama el alma.
Escarpado amanecer que crece,
que avanza sin voltear, aguarda,
en la calma, en la tranquilidad
que solo se da en las miradas
que se clavan para tatuarse en los ojos
que se llenan de esperanza.
Me encuentro atrapado en
los espacios que solo me provocan
ansiedad de correr tras del aroma
que va dejando, tu silueta.
Las horas me alcanzan,
sigo sentado, llega la noche
se vuelve mi cómplice,
la soledad de los silencios,
me llenan de ti.