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La vida se le había ido

Las historias sobre pintores contienen dramas y su mundo se encuentra rodeado de imágenes. Suelen ser personas afables y tienen una vida en infinidad de mundos. En el caso de Gógol su historia no es la excepción. En una tienda de arte por una de las principales avenidas de San Petersburgo. Se encontraba un establecimiento con pintorescos óleos, que eran admirados por artistas y coleccionistas. En una ocasión entró un pintor a la tienda. Era un hombre de treinta años, descuidado en su apariencia. Era un tipo con personalidad y alegría.

Estuvo recorriendo las salas donde colgaban los más hermosos paisajes del invierno ruso. Había algunas pinturas amontonadas y cubiertas de polvo, retratos antiguos de hombres célebres y desconocidos. El pintor buscaba una obra rara, esas que gustan y te enamoran a primera impresión. Hubo un retrato que mereció una larga contemplación, un cuadro magnífico. Era un rostro extraño de un hombre misterioso. Traía un sombrero negro, era flaco y daba la impresión de estar enfermo. Portaba un traje y parecía ser una pintura inacabada, pero lo más seductor era que la mirada parecía observarte desde cualquier ángulo.

Entre regateo y negociación pudo adquirir la pintura en un precio apropiado. Ese día andaba fastidiado, tanto que cuando llego a su casa se acostó y quedo en los brazos de Morfeo, hundido en el sueño una extraña sensación de miedo invadía sus pensamientos, la pintura que había comprado lo estaba mirando y su corazón latía como martillo. Debido al pánico, tuvo una pesadilla e imaginaba que ese rostro cobraba vida y salía de la pintura. El pintor era un tipo desordenado y por un conflicto de faldas perdió su empleo. Era supersticioso y pasaba noches con insomnio. El boceto era un rostro sombrío, como de un hombre enojado con la vida.

En ocasiones se preguntaba si la pintura contenía un mapa, alguna conexión que lo guiará con un tesoro. En su mente estaba la avaricia del dinero, su carácter se fue haciendo más intolerable y coincidentemente sus problemas económicos se fueron solucionado. Se volvió crítico de los pintores, vestía como artista y charlaba con gente de la moda. Pensaba que su época era el esplendor y había olvidado a sus viejos amigos. Cuando le cayó la venda de los ojos, había comprendido que su arrogancia lo había sumido en el limbo.

Limpio su casa y retiraba los cuadros que invadían la ventana. Había perdido luz debido a la saturación de óleos. La vida se le había ido y la locura se fue apoderando, se deshizo de su colección de arte y al poco tiempo era un monstruo. Una figura biliosa, en eso se transformó y murió. La historia concluye en un segundo capítulo. Mencionaba el origen de la pintura, hablaba de que su rostro era de un usurero maligno que había sido retratado por un pintor. Su oscura personalidad era tan dañina que el mismo pintor fue maldecido. Un óleo que encerraba secretos sobrenaturales, en otras palabras, contemplar aquella obra producía una horrenda metamorfosis.