CulturaLado B

Los buenos escritores no se olvidan

Los buenos libros y el buen escritor no se olvida. Tal es el caso de la obra «Memoria del pájaro», un libro que tiene conexiones con las personas de distintos oficios, por ejemplo con los historiadores, hombres dedicados a la investigación de libros, bibliotecas y archivos; es la vida de un escritor, de una persona que tiene una línea del tiempo, cada ruptura presenta períodos verdaderos, se sabe que los historiadores indagan y  buscan el tesoro de la información, esos hallazgos que dan revelación.

Memoria del pájaro, de Jesús Montiel. Es un libro edificante y hecho para los lectores, en mi caso, me identifique, porque vivo en Saltillo, trabajo como profesor de historia, me gusta contar historias, tomar café y conversar con mis amigos; en ese sentido, la obra tiene elementos valiosos, busca que el lector juegue con sus fantasías y utopías. En mi caso me imagine que conversaba con un faraón, y otro día con Tucídides, pero al final aterrice en la realidad; me doy cuenta que un sueño puede significar un mundo sin guerras, que la lectura fortalece la memoria.

Vivimos tiempos violentos, existen guerras y epidemias, los periódicos dibujan la violencia como si se tratase de una caricatura, cuando en realidad es algo que puede tener repercusiones y consecuencias lamentables. Por otro  lado  los escritores Jesús Montiel presentan en sus escritos el otro ángulo de la historia, la vida de un poeta solitario, oficio que requiere de tiempo para sentarse a leer y escribir, por tal razón, el bardo como padre de familia busca dedicarle tiempo a los hijos, esos seres angelicales, «un ángel en la voz de mi hija».

Debemos saber que las generaciones son cambiantes como los tiempos, en ese sentido, el canto del pájaro va dirigido al reloj de la vida, a esas horas de felicidad, recordemos que el tiempo no se recupera; evoca los instantes de la adolescencia, la eternidad de las horas cuando el poeta lee los periódicos en el amanecer, «hace ya varios álbumes de fotografías». Jesús Montiel es un coleccionista de poemas, un francotirador de versos, ese que escucha los ruidos de la noche, en sus gafas hay óleos de los poetas Erich Fried y José Emilio Pacheco.

Por otro lado la nación mexicana se enfrenta a conflictos, por lado los asesinatos y por el otro los problemas políticos; México se distingue por tener gente luchonas, personas que se levantan temprano a trabajar, envían a sus hijos a las escuelas y los maestros hacen su labor formativa. Pero también existe una contrariedad, hoy la sociedad es deshumanizada e indiferente, en ese tenor la poesía puede ser una alternativa humanista, una búsqueda de mejores tiempos. Memoria del pájaro apuesta por vivir en un mundo libre.

          El mundo que describen las noticias

          en nada se parece al horizonte

          que dice la ventana:

          la mezcla de montañas y sembradíos

          retiembla bajo el hacha de la luz

          y saltan multitudes de palomas

          llenando de imposibles acrobacias

          el circo de este cielo que atardece.

Emmanuel Carballo decía que Luis Cernuda era un erudito que amaba su oficio de escritor, que se enriquecía de su autoanálisis, gozaba de la soledad del tiempo, «Sin gazmoñerías ni ambigüedades Cernuda canta y cuenta su propia historia». En ese paralelismo están los escritores Carballo, Cernuda y Montiel, los dos primeros vivieron entre libros y viajes. Hoy Jesús Montiel desafía a la cotidianidad del tiempo, traducido en apuesta de vida. Cernuda nos regala un ejemplo.

          Mi obra no está afuera, sino adentro,

          En el alma; y el alma, en los azares

          Del bien y el mal, es igual a sí misma:

          Ni nace, ni perece. Y esto que yo edifico

          No es piedra, sino alma, el fuego inextinguible.

Memoria de pájaro, es una obra que me hace recordar viejos tiempos, cuando viajaba desde la estación de tren de Frontera hacia el pueblo de Químicas del Rey, ahí durante el trayecto vendía conos de cajeta y donas de azúcar que la señora Esperanza de Mendiola me preparaba; imaginariamente ese pueblo es un lugar caballeresco medieval, pero en realidad su paisaje es desértico y de abundantes biznagas. Por último, hay días en los que tienes planeado una noche romántica con la mujer de tu vida, pero queda en eso, no hay plan, queda la frialdad de la noche, con ella la música y las velas, como si cayera nieve en Arteaga y conversaras con los libros de Dostoievski.