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Los libros: nuestros maestros silenciosos

El libro es el mejor maestro, porque enseña sin hablar y escucha sin oír. Los maestros sabemos que los libros son nuestros mejores aliados. No solo nos proporcionan conocimiento, sino también inspiración, reflexión y diálogo. Los libros nos abren las puertas a otros mundos, a otras culturas, a otras épocas. Los libros nos hacen crecer como personas y como profesionales.

Hay libros que nos desafían, que nos cuestionan, que nos enriquecen, que nos hacen pensar, sentir, imaginar, que nos acompañan en nuestro camino de aprendizaje y de enseñanza. ¿Cómo reconocer un buen libro? No hay una fórmula mágica ni una lista definitiva. Depende de nuestros gustos, intereses, necesidades y objetivos. Pero hay algunos criterios que podemos tener en cuenta: Un buen libro tiene un lenguaje claro, ofrece información relevante, una portada que invita a leerlo. Pero lo esencial es que un buen libro nos aporte algo valioso: conocimiento, placer, emoción, motivación.

Como decía Paulo Freire: “La lectura no es caminar sobre las letras; es reescribir lo que estamos leyendo”. Es decir, la lectura es una actividad activa y crítica, que nos permite construir nuestro propio sentido de lo que leemos. La lectura es también una actividad personal e intransferible. Cada uno lee a su manera y a su ritmo. Cada uno elige lo que quiere leer y cómo quiere leerlo. Cada uno interpreta lo que lee según su experiencia y su contexto. Podemos leer con otros y para otros. Podemos comentar lo que leemos y escuchar lo que otros leen. Es una fuente inagotable de aprendizaje y de placer. Los libros son nuestros mejores maestros porque nos enseñan sin imponernos nada. Nos invitan a descubrir por nosotros mismos el mundo y a nosotros mismos.

Como dice el proverbio latino: “Liber est speculum animae” (El libro es el espejo del alma). Los libros reflejan nuestra alma: nuestros pensamientos, sentimientos, sueños, temores, esperanzas… Los libros nos muestran quiénes somos y cómo somos. Los libros nos ayudan a conocernos mejor a nosotros mismos. Por eso, los maestros debemos fomentar el amor por la lectura y los buenos libros en nuestros alumnos. Debemos ser los primeros en leer y disfrutar de los libros. Debemos ser modelos y guías para nuestros alumnos. Debemos compartir con ellos nuestras lecturas favoritas y escuchar las suyas. Debemos crear espacios y momentos para la lectura en el aula y fuera de ella.

La lectura es una especie de milicia, como decía Ovidio: “Militiae species amor est”. Es una batalla que sólo pueden librar los valientes que están dispuestos a entregarlo todo y morir si es necesario. ¿Y tú? ¿Estás dispuesto a luchar por la lectura?

¿Qué le dice un libro a otro libro?

¿Me prestas tu resumen?

No, mejor léeme la contraportada.