Cultura

Los poetas, por Miguel Ángel Gómez

“Los poetas nos ayudan a arreglar las cosas”, escribió Henry Miller. Nacho González, uno de los poetas más populares en la Asturias de las últimas décadas. Con su Poesía reunida, En tierras como estas (BajAmar 1985-2020). Con su tono reivindicativo. Con sus poemas que parten de situaciones de la cotidianidad mezclados con otros cargados de lo mitológico que nos da la manera de cómo se comporta, cómo hace frente a los problemas y cómo los resuelve. Con su Cuaderno de aves para un príncipe, escrito a medias con Javier García Cellino. Con su predilección por Yorgos Seferis y Yanis Ritsos:

“La muerte tantas veces / visitó los espacios dormidos de la infancia / −los sueños saqueados bajo los epitafios− / alimentó la hoguera junto a la que envejezco, / humillado y vencido”.

Nacho González, con sus guerreros que no participan en una decadencia general a pesar de los fracasos. Con su hoguera que ilumina la profundidad con fervor, el mismo con el que saludamos la primera vez a la vida. Con su técnica de la revolución. Con el paso del tiempo: “Cuando me vaya / dejad la puerta abierta, / para que el viento barra la celda del dolor” que nos recuerda al inteligente Rafael Alberti: “Si mi voz muriera en tierra / llevadla al nivel del mar / y dejadla en la ribera”.

No hay cordura que supervise incontables noches. Mira al frente y se queda quieto. Habla de cosas que le ocurrieron. Lo cuenta todo declarando situación de emergencia. Cruza la verja de alambrada que es la entrada de una chatarrería. Las águilas levantan las garras en actitud defensiva. Ve encenderse las farolas en sus puntos más lejanos. El descolorido asfalto se ilumina. Con sus libros haciéndonos descubrir de nuevo el mundo. Con su atmósfera que nos hace padecer un conflicto emocional. La emoción nunca volverá a excluirse. Miramos a todos lados y sus versos, los de Nacho González, son una grieta por donde escaparnos, como si nos hubieran acorralado.