Washington, D.C. – (Agencias) Después de cuatro años de sobrellevar y apaciguar a Trump, finalmente los republicanos se encuentran en el lugar que siempre quisieron evitar: una pelea interna por la conducta y carácter de Trump, que puede dañar gravemente a su partido.
El desafío a la validación oficial de la elección en el Congreso, en la sesión del 6 de enero próximo, emprendida por varios legisladores republicanos está condenada al fracaso, según publica The New York Times.
Pero para mucho de los seguidores de Trump, votantes que decidirán el destino de los republicanos en el Congreso en los próximos años, incitados por las redes sociales y la prensa de extrema derecha, creen que si se puede.
En las últimas horas del domingo, el senador por Arkansas Tom Cotton, uno de los defensores acérrimos seguidores de Trump, y posible candidato presidencial para 2024, trató de reducir esas expectativas.
Anunció, a través de un comunicado, que “no se opondrá a la certificación de las elecciones el 6 de enero”. Invocando a los Fundadores de la Nación, dijo que “confiaba en la elección popular del presidente, a través del Colegio Electoral, no del Congreso”.
A lo que Trump, a pesar de que Cotton trató de alabarlo, le advirtió a través de un tuit que los votantes republicanos “¡Nunca olvidan!”.
El conflicto interno entre los republicanos tiene varias consecuencias a corto y largo plazo. De acuerdo con The Times, con su control del Senado comprometido en las elecciones de desempate dentro de dos días en Georgia, los republicanos entraron al nuevo Congreso “amargamente divididos”.
Altos miembros del Partido Republicano rechazaron silenciosamente lo que en todas partes reconocieron como un esfuerzo inútil, el oponerse a la validación de las elecciones por parte del Congreso.
Para agregar mayor presión a la división de los republicanos, el domingo se hizo pública una grabación donde Trump pide a el secretario de Estado de Georgia, el republicano Brad Raffensperger, que “encuentre” 11,780 votos a sus favor para revertir el triunfo de Biden.
La mayoría de los legisladores republicanos se mostraban preocupados públicamente, algunos más preocupados y francos.
Paul D. Ryan, republicano por Wisconsin y exlíder de la Cámara de Representantes, escribió en un comunicado el domingo: “Es difícil concebir un acto más antidemocrático y anticonservador que una intervención federal para revocar los resultados de las elecciones certificadas por el estado y privar a millones de estadounidenses de sus derechos».
Por su parte, Liz Cheney, representante republicana de tercer grado, escribía un largo memorándum llamando a la petición “excepcionalmente peligrosa”.
En una entrevista el lunes, la senadora Marsha Blackburn, una republicana de Tennessee que planea desafiar los resultados, calificó el descarado esfuerzo de Trump por «encontrar» suficientes votos para ganar, «una llamada nada útil».