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Madero, la democracia de hierro 2

Los maderistas de Saltillo mostraban apatía, así lo expresa Madero en una carta dirigida a Serapio Aguirre (abril de 1910), reprochando la falta de ánimo: “…es una vergüenza que la capital del Estado de Coahuila permanezca indiferente en el grandioso movimiento político que embarga los ánimos de todos los mexicanos […] Sería conveniente que avisase a los pueblos cercanos para que viniesen los amigos de Arteaga”[1].

Le escribe a su mamá un tremendo elogio que recibió: “Alguno grito “Viva el Juárez de 1910” […] Estas pruebas de afecto es natural que me cuesten viva satisfacción, pues me demuestran que no estoy solo en la ardua empresa que he acometido”.[2]


[1] Archivo de don Francisco I. Madero. (2012). Epistolario, Tomo II (noviembre de 1909-1910). Primera edición anotada, Instituto Cultural Helénico, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Secretaria de Educación Pública, p.p. 1422 y 1423, México, D.F.

[2] Archivo de don Francisco I. Madero. (2012). Epistolario, Tomo II (noviembre de 1909-1910). Primera edición anotada, Instituto Cultural Helénico, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Secretaria de Educación Pública, p.p. 1357, México, D.F.