CulturaLado B

Madero, la democracia de hierro

Francisco I. Madero González, conocido como: “apóstol de la democracia”, fue un burgués de abolengo, político afable y retórico, barbudo que engalanaba su indumentaria, amigo del popular “Pancho Villa” y admirador del emblemático Juárez, Alejandro Magno y Napoleón I Bonaparte.

El año 1910 testigo fiel de valerosa epopeya, trazó una campaña victoriosa contra el general Porfirio Díaz. Fue un candidato político que revolucionó las campañas electorales en México (ser candidato opositor no era algo codiciable), conferencista electrizante que veía afectado sus discursos en las urbes porque intencionalmente se daban funciones gratuitas de cine y teatro.

Su apotegma a los maestros explica la responsabilidad de sembrar buena semilla en el corazón de los niños.

Madero amaba los caballos, tanto que a uno de sus caballos le hizo llamar Bismarck, en alusión al europeo “canciller de hierro”. Su epístola a Francisco L. Sandoval dice: “Celebro que ya esté la labor toda limpia […] que la alfalfa esté dando buenos resultados […] Mi caballo se llama Bismarck, ya me dirá si se han compuesto los caballos y si el Bismarck ha mejorado el tranco”[1].

Investigando quien fue Bismarck en la Historia, nos encontramos de que fue un valiente estadista y político, “canciller de hierro” alemán y primer ministro de Prusia, apasionado de la prosa de Shakespeare, Lord Byron y Goethe.


[1] Archivo de don Francisco I. Madero. (2012). Epistolario, Tomo II (noviembre de 1909-1910). Primera edición anotada, Instituto Cultural Helénico, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Secretaria de Educación Pública, p.p. 1341, México, D.F.