Cultura

Me reúno con George Harrison, por Miguel Ángel Gómez

He aquí el águila que mira con mucha intensidad. Ni más ni menos clama que está en lo cierto. El águila Mística nos llena de nobleza. Águila saltando como un temor queriendo una visión. Don águila Sabelotodo nunca se halla tendida de bruces tras un almuerzo frío. El sudor le corre por el cuerpo al águila Amputada, como si fuera lluvia. Quien más interviene, entre los contertulios, es el águila Charlatana. “Escribo poemas”, confiesa con humildad. Tiene una vocación modificadora. El águila de la Depresión se alza por horrendas mansiones aisladas. Vuelve la vista hacia atrás y comprueba que su vida se caracterizó por la obediencia. El águila Ensimismada. (“¡Ojos negros!” “¡Ojos negros!”, dice entre sollozos.) El águila gris ¿Qué delito pudo haber cometido tras el polvo de las pisadas? ¡Yupi! El Águila Que Canta, canta extenuado. Adiós al águila con preocupación permanente, cercana al fragor de la batalla que grita en los sepulcros sin suplantador. Los pulmones del águila Indestructible que se confina en fábricas de munición cerradas, tras puertas metálicas, grazna durante días. El águila Alivio, animalillo quieto -de momento- en el butacón del cuarto habitual eludiendo las cotorras que le perseguían. Se oyen disparos que serán su ruina aunque ahora yerran por unos centímetros. Hay disparos como cencerros por los que las águilas van a tener hambre. ¡Águilas enloquecidas!.

Me reúno con George Harrison. ¡Bendita sea el águila George Harrison! Águila india que parecía ser pacífica y serena con el rostro contraído en un gesto de resignación melancólica. ¡Bendito sea su ojo gozoso que vio destellos de luna en el agua! En la ciudad del águila George Harrison es donde más permanezco. Es una mezcla de sencillez y detalles poco comunes. Me pregunto qué hace en este momento. Nadará en los ríos y se esforzará por no pensar en nada. Águila espiritual, silencio en los alrededores. Las Creaciones resplandecientes traen deterioro físico hasta el Ganges y el Yamuna.