La Haya, Países Bajos. – (Agencias) Dominic Ongwen, era un niño cuando fue secuestrado por el famoso Ejército de Resistencia del Señor (L.R.A. por sus siglas en inglés) de Uganda, un grupo rebelde.
Con el tiempo se convirtió en uno de sus líderes y este jueves fue condenado por crímenes de lesa humanidad y de guerra por la Corte Penal Internacional de La Haya (CPI)
De acuerdo con The New York Times, Ongwen tenía 9 años cuando fue secuestrado por el L.R.A., era verano de 1969. Fue llevado a su campamento donde fue golpeado, ultrajado, amenazado y entrenado como niño soldado.
Este jueves, con 40 años, Ongwen ha sido sentenciado a cadena perpetua por cargos de violación, matrimonios forzados, tortura, esclavitud y múltiples asesinatos.
El Juicio
Este es el primer juicio de un alto dirigente del L.R.A. El caso dio luz a una gran cantidad de detalles sobre como los milicianos del L.R.A. mutilaban y brutalizaban a quienes consideraban sus enemigos.
En el juicio, estuvieron representadas por sus abogados más de 4,000 víctimas de sus crímenes. El juez Bertram Schmitt, al anunciar el veredicto, leyó una larga lista de ejemplos de la crueldad de sus órdenes.
“Dio instrucciones para robar comida, secuestrar gente, incendiar campamentos y los cuarteles», dijo el juez Schmitt.
«Una anciana que no podía levantar su pesada carga fue estrangulada y le cortaron la garganta», agregó. «Sus hombres golpearon, secuestraron y dispararon a civiles en la cabeza y la cara para asegurarse de que estaban muertos».
A los niños, los metían en bolsas y los golpeaban hasta morir, dijo el juez. Un testigo vio “como con una brutalidad extrema cortaban los cuerpos”.
El Juez dijo también que el acusado era admirado y temido por sus hombres, quienes lo describían como un comandante extremadamente hábil.
Sus abogados, alegaron durante el juicio que el acusado fue secuestrado de niño y brutalizado por los miembros de la milicia que lo “convirtieron en una maquina de guerra”, que nunca aprendió a distinguir entre el bien y el mal. Sin embargo, el juez respondió que “no cometió los crímenes bajo caución”.
La fiscalía, por su parte, dijo que Ongwen no había intentado escapar, como muchos hombres y niños lo hicieron; siguió órdenes y disfrutó de su papel, escalando puestos hasta convertirse en uno de los mejores comandantes del L.R.A.
Ongwen dirigía personalmente incursiones de la milicia para saquear propiedades y animales, secuestrar hombre, mujeres y niños. Los hombres eran puestos a trabajar como esclavos, a las mujeres adultas como trabajadoras domésticas, a los niños los entrenaban como combatientes y a las niñas las convertían en esclavas sexuales.
Los sangrientos actos del L.R.A. y su obscuro líder, Joseph Kony, son tristemente conocidos. De acuerdo con The New York Times, en la región muchos admiraban y temían a Kony, quien decía tener poderes mágicos.
Aunque la carrera militar de Ongwen duró más de 25 años, el juicio se centró en los ataques a campamentos de refugiados en el norte de Uganda durante 2002 y hasta 2005, porque fue donde la fiscalía tenía pruebas irrefutables.
El final esperado en Uganda
El juicio era esperado ansiosamente por la gente de Uganda en los lugares que fueron colocados para seguir en vivo la sesión, principalmente en el norte, donde muchas comunidades sufrieron los ataques. Algunos siguieron momento a momento el juicio a través de la radio.
El juez, al leer el veredicto, dijo que siete mujeres habían sido forzadas a ser esposas de Ongwen; todas testificaron en su contra. Las mujeres dijeron que habían sido amenazadas de muerte si intentaban escapar, y que habían sido violadas y golpeadas con palos.
El tribunal también emitió una orden de captura para Kony, que fue visto por última vez en 2020 en una remota región de Sudán del Sur. Estados Unidos ha ofrecido hasta 5 millones de dólares como recompensa por información que conduzca a su arresto.
