Cultura

No hay perros monstruosos, por Miguel Ángel Gómez

Tres. El Señor es mi pastor, voy a oscuras tras levantarme de la silla de un salto. El Señor es mi pastor, me ocupo del hoy y del mañana inmediato. Por las casas del miedo no hay sangre ardiendo en las venas. Todos hemos representado un aterrizaje un centenar de veces. En el Corredor de la Muerte no hay litros de Borgoña ni bebemos tragos larguísimos.

Cuatro. A medianoche eres un corcel fogoso que vienes de improviso, con camisa de lana roja atravesando las cumbres tan frías del Norte. No hay nada mejor para el alma del ser, que abrazarse bien fuerte. Cuando en el pasado no llegaba lo que exigía, necesitaba destruir esas relaciones. El ángel vengador no tiene lugar aquí, frunce el entrecejo ante cualquier interés personal. El Reino de la Mente parece un cachorrito compasivo despierta mi simpatía inmediatamente. Pero, ¿cuánto estarás por la escalera de incendios sin pasar por alto la Edad Dorada? Vierto sobre mi escritorio todas mis dificultades. Había riada hasta que me preguntaste mi nombre verdadero. Tu corazón está conmigo. ¿Quién desea alterar este mundo? Nada sabemos del caos. Has bloqueado la hora de las lágrimas y me has hecho millonario a medianoche. A medianoche todos los incorregibles se ríen del propio absurdo, pero el Edén tú y yo podemos formar un triángulo cerrado.

Otro día más sigo tu pista hasta encontrar mi razón de ser. Me hacía más daño a mí mismo que a los demás. En el camino sentía la soledad, la pequeñez del hombre. Cuando me sedujiste, mi rostro adquirió una expresión alegre, mirándolo bien, no pasaban cosas allí. Me haces olvidar mi máscara y me siento bien a medianoche. A medianoche no hay perros monstruosos conducidos por la inteligencia humana, un antiguo sendero me lleva a la orilla de tu arroyo. Nuestros pies se niegan a seguir, careciendo de protección. Dame un trago de vino para entrar en calor. Sin tus sesiones, me despertaba deprimido. Me sacudí el polvo como en un sueño profundo. La vida real me llega a través de ti a pedacitos. Abrázame ansiosa a medianoche.