Desde hace ocho años «nos faltan 43», una oración que se ha convertido en un lastre para el País.
La desaparición de 43 normalistas aquella noche del 26 de septiembre de 2014 nos escupe en la cara la realidad de nuestro México lindo y querido.
Pasan los jueces, los gobernadores y ahora hasta los presidentes y cambian los culpables, se suman y restan unos cuantos, pero siempre rodeando la verdad.
Los familiares de los normalistas únicamente quieren saber una cosa ¿Qué pasó con sus hijos?
Esa es una verdad que este país nunca va a conocer, de lo que sí podemos hacer consciencia es de lo peligroso que es México, que gobierno y crimen organizado un día son opuestos y otro en conjunto pueden desaparecer un autobús completo sin que nadie pague las consecuencias.
Con todas las versiones que podemos ver, podemos sorprendernos de advertir el grado de impunidad, pero nunca estaremos ni medianamente cerca de entender el dolor, la indignación y la impotencia que por ocho años han sentido sus padres.
