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Poner a llorar a la 4T

Tal parece que el diario The New York Times, le pegó durísimo al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien en lugar de pesarle el fallecimiento de 26 personas el pasado 3 de mayo, cuando la línea 12 del Metro colapsó, el reportaje del diario estadounidense, tocó las fibras más delgadas del mandatario, pues, queda entre ‘tintes’, uno de los aspirantes favoritos a la presidencia del 2024, el canciller Marcelo Ebrard.

Y es que, para el presidente, quizá la verdad le incomode mucho o, le estorbe en sus radicales planes.

«El NYT trata de confrontar a la 4T»

Aunque es preciso decir, que el The New York Times, no insinuó en ningún momento que la información de su reportaje fuera filtrada por el gobierno federal como lo manejó la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, sino que el artículo en su portal, fue el resultado de una exhaustiva investigación, fotografías, evidencias del siniestro, entrevistas y revisión de documentos que evidenciaron las graves fallas en la construcción realizada y presentada por el mismo diario.

Sin duda alguna, al presidente de México, esto de un ‘peritaje paralelo’, le aflige, pues no obstante deja en ridículo el trabajo lento de los funcionarios y de paso; a sus ‘preferidos’.

Por lo poco que trate de salvaguardar su gobierno, López Obrador prefiere hablar y confrontar a las portadas de diversos diarios en las conferencias mañaneras, que deslumbrar por brillo propio, así hayan 26 muertos que continuarán estando en los oficios de investigación en la historia del Metro.

«Mis respuestas fueron ignoradas»

Ante los ojos de millones de mexicanos y hasta ahora gracias al NYT que atrajo las miradas del mundo, se recalca “un patrón de oportunismo político y obras descuidadas en la Capital”.

El colapso de la Línea 12 del Metro de la estación Olivos, es el claro ejemplo de lo que sucede con las obras prematuras de administraciones gubernamentales que prefieren “colgarse” como trofeos algunos proyectos, antes de que su administración o mandato acabe.

Tal como sucedió con Marcelo Ebrard, con la urgencia de una administración en el año 2012 y, condecorado como “el mejor alcalde del mundo” siendo éste, jefe de Gobierno de la Ciudad de México; urgía inaugurar la construcción del Metro, pero claro, no podía inaugurarlo un sucesor, sino él mismo.

Con todo y su enojo, en un intento por defenderse, Ebrard, envió al NYT una carta de 15 páginas y 15 nexos, donde negó haber exigido la obra se terminara lo antes posible para propulsar su proyecto presidencial, pues afirma que la inauguración de la obra, tuvo ocasión el 30 de octubre del 2012, a tan sólo cuatro meses después de la elección presidencial de Enrique Peña Nieto. 

Y ni hablar del exdirector del proyecto del Metro, Enrique Horcasitas, quien salió a la luz, sólo para deslindarse de la adquisición y tratar de ‘limpiar su nombre’ ante la Cámara de Diputados.

Horcasitas, aclaró que su función sólo era la “administración de contratos de construcción” y que la principal causa de que el Metro fuera construido en esas condiciones, fue la crisis económica del 2008.

Si esta razón no fue suficientemente creíble, el ingeniero Horcasitas afirmó que el tramo elevado se realizó “porque no tenían los recursos para hacerlo subterráneo”, pues el presupuesto de la obra originalmente era de 19,500 millones de pesos, pero éste fue ajustado a 17, 500 millones y “prácticamente” cambiaron un poco los planos, afirmando que la ruta de la Línea 12 cambió “muy poco”.

Al día de hoy, la Procuraduría de la Ciudad de México, le finca 5 millones de dólares a Horcasitas, por haber otorgado contratos y licencias sin autorización y no sólo eso, va a tener que aclarar y demostrar ante un juez quién dio la instrucción de la adquisición de los trenes irregulares.

Es así, que entre pataletas, la responsabilidad por las fallas y la grave negligencia del Gobierno Federal por ocultar despilfarros millonarios, proteger a funcionarios o quitarse de encima problemas estructurales; la carga pesa cada día y el enemigo para nuestro presidente no son esos fallos, sino la prensa que esclarece la información más rápido que la propia Fiscalía.

Esperemos que la promesa del proyecto de el Tren Maya, sea una construcción hecha y derecha como lo ha presumido López Obrador desde un inicio, pues se encuentra involucrado su «compadre favorito», nada más y nada menos que el empresario Carlos Slim, cuyo nombre también figura en la investigación del Metro, pues su empresa CICSA fue la constructora que se encargó de la construcción, reparación y ajustes al tramo elevado.

“El Tren Maya se construye con los más altos estándares de calidad y seguridad”.

¡Ay López obrador!, recordemos esas palabras el día que tenga que dejar terminado uno de sus tantos proyectos.