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Por calles de Saltillo aún se escucha el silbato del afilador

Seguramente las nuevas generaciones desconocen el anuncio del silbato de un afilador, pese a que ha bajado considerablemente quien practica este oficio, don Marcelino López Rodriguez lo mantiene vigente.

Don Marcelino López, de oficio afilador, recorre al menos 20 kilómetros diarios para dar filo a tijeras, cuchillos, navajas y hasta herramienta de jardín.

Desde los 14 años, en su natal Durango, aprendió de su tío el oficio que lo ha mantenido por medio siglo afilando, ha recorrido las calles de Torreón y Gómez Palacio, pero el destino lo trajo a la capital de Coahuila donde ahora afila en colonias al sur como Teresitas, Hacienda Narro, Santa Elena, entre otras y el centro de la ciudad.

Antes era común escuchar en la calle el Silbato del afilador, anunciaba su pasada, amas de casa, carniceros, matanceros de ganado esperaban el anuncio del afilador, era común, hoy este oficio, por la tecnología y la fabricación de electrodomésticos, ha decaído, pero Don Marcelino persiste, es de los pocos que quedan.

Los gajes del oficio es evitar perros que son un dolor de cabeza, pues el silbido los llama hacia él, pero también los carros, el frágil vehículo en que se desplaza lo hacen vulnerable ante el gran tráfico en las ciudades donde busca el sustento.

Un buen día para Marcelino es obtener ganancias de hasta $500 pesos, al darle filo a cuchillos y herramientas por un costo de entre $30 y $50 pesos por objeto, pero hay días en que solo gana $100 pesos, a sus 65 años tajante dice que cuando termine su vida seguirá siendo afilador, de los que quedan pocos, de los que aún dan filo a viejos cuchillos de acero y tijeras de costureras.