Está llegando la Navidad y hay que armar el árbol que, en muchos casos, incluirá luces de colores, adornos y un pesebre. Pero resulta que uno de los integrantes de la familia es enormemente curioso, le gusta trepar y, si hay un objeto diferente en la casa que, encima, tiene colores y movimiento, mejor aún. Son los gatos, de quienes habrá que cuidar el árbol pero, algo más importante aún, hay que cuidar al gato de los peligros que representa el árbol para él.
Si se tiene un gato ya se sabe que se van a revivir esos episodios en los que él llega hasta la punta del pino y comienza a caer en cámara lenta con el árbol bajo sus patas. En internet es una de las escenas más repetidas durante estas épocas. Esta aventura gatuna puede incluir jugar con objetos colgados que en muchos casos pueden romperse y lastimarlo y, las luces, que pueden morder.
Los felinos se entretienen con facilidad porque los atraen los objetos brillantes y coloridos que estimulan sus instintos depredadores. Mike Delgado, becario postdoctoral en la Escuela de Medicina Veterinaria de UC Davis, dijo a la revista Inverse que “cuando los gatos están en territorio familiar, a menudo quieren investigar algo nuevo. El árbol huele a exterior, por lo que hay mucho que investigar”.
De esta forma, el árbol de Navidad será, la mayoría de las veces, un gran parque de atracciones para los gatos, pero más allá de lo graciosos que pueden llegar a ser en esas circunstancias, pueden estar en peligro tanto ellos como alguna persona que esté cerca.
El peligro no lo representa el árbol en sí mismo, sino los objetos que cuelgan del pino. Pero, aunque no es lo más habitual, si alguien colocó en su casa un árbol natural también puede representar un peligro. Según la organización rescatista británica Blue Cross los aceites producidos por algunos pinos de Navidad reales también son levemente tóxicos si se consumen y causan una irritación menor en la boca y el estómago de una mascota.
Además, hay que pensar en las luces y otros objetos de decoración que llevan electricidad cuyo tironeo o mordeduras puede generar una descarga eléctrica e incluso un incendio. Los felinos suelen disfrutar de masticar la cobertura de los cables, algo que los pone en grave peligro de electrocución.
Cuando el gato se acerque al árbol es importante decirle que no, retirarlo, pero en cualquier momento él va a querer tocarlo con la pata. Son como niños chicos de tres o cinco años (Gettyimages)
Otro riesgo pueden ser las puntas afiladas de los adornos o por la rotura de alguno de estos que podrían clavarse en la boca o pueden provocarles asfixia si se los tragan. Ingerir un objeto duro puede generarles malestares gastrointestinales o incluso una lesión interna o un bloqueo que puede hacer necesaria una intervención quirúrgica para superarlo.
Ante estas eventualidades, prevenir es la mejor solución. Y esto se logra siguiendo algunos pasos nada complicados. En primer lugar conviene asegurar el árbol para evitar que se caiga. Una posibilidad es sujetarlo con un alambre a la pared desde la base y la punta. De esta forma, si el gato se trepa y se escabulle dentro de las ramas no podrá derribarlo. Blue Cross aconsejó poner un árbol con una buena base para evitar que se vuelque fácilmente. En ocasiones no basta el soporte inferior con el que vienen al comprarlos, pero agregarles peso puede ayudar.
Dejar de lado las luces puede ser una decisión en beneficio del gato y de la tranquilidad de la familia. Pero sino se desea ir por esa opción, lo mejor será asegurarse de cubrir los cables con tubos de plástico o cartón y poner las tomas eléctricas en lugares a los que no puedan acceder. Tenga en cuenta que si el gato muerde las luces pueden lastimarse con los vidrios, quemarse, electrocutarse o provocar un cortocircuito.
El árbol de Navidad será, la mayoría de las veces, un gran parque de atracciones para los gatos, pero más allá de lo graciosos que pueden llegar a ser en esas circunstancias, pueden estar en peligro tanto ellos como alguna persona que esté cerca
Proteger el árbol es otra alternativa. En internet hay recomendaciones realmente graciosas y poco viables como encerrar el árbol dentro de una jaula para pájaros o colgarlo del techo fuera del alcance del felino. Algo más acorde con el objetivo de disfrutar de tener el árbol y al gato en el mismo ambiente es decorar el pino con papel de aluminio. La sensación que este material causa en las patas de los felinos es incómoda, además no les gusta el sonido ese papel por lo que tenderá a evitarlo.
Si la opción de encerrar al árbol le resulta posible, una idea es crear una reja lo suficientemente alta como para que el gato no pueda saltarla y alejar sillas y mesas para que no las use como pasadizo.
Una opción para evitar estos incidentes de Navidad es educar al gato. El veterinario Carlos Rodríguez, autor del libro El encantador de gatos, recomienda que al momento de educar al felino de la casa, el entrenamiento debe basarse en refuerzos positivos, ya que la mayoría de los gatos responden bien a las recompensas que puede ser una golosina, o una cucharada de alimento húmedo, también caricias, elogios verbales, cepillado, jugar con sus objetos favoritos, entre otros. Esto deberá aplicarse cuando el gato circule cerca y no intente trepar al árbol. Y también funcionará distraerlo cuando intenta saltar y jugar con él en otro sector de la casa. Ahí funcionará también darle una recompensa.
Si se tiene un gato ya se sabe que se van a revivir esos episodios en los que él llega hasta la punta del pino y comienza a caer en cámara lenta con el árbol bajo sus patas
En caso de que se convierta una constante el encontrar los arreglos o el pino en el suelo, la veterinaria Leonor Benítez comentó que se debe tener paciencia y enseñarle que esa acción está mal. “Lo que tienes que hacer para un comportamiento así es marcar el límite. Cuando el gato se acerque al árbol es importante decirle que no, retirarlo, pero en cualquier momento él va a querer tocarlo con la pata. Son como niños chicos de tres o cinco años”, comentó.
Si el gato ya tiene la intención de subirse al árbol de Navidad o de tirar cualquier otro adorno que esté colgado en la pared, uno puede “marcar el límite” a través de un sonido que lo espante (aplaudir, dar un manotazo a una almohada o una revista enrollada) o simplemente decirle “¡No!” con autoridad; el objetivo está en hacerle entender por diferentes medios que lo que está haciendo está mal.
Otra posibilidad es rociar el árbol con desodorantes cítricos. Los gatos tienen el sentido del olfato muy desarrollado y es un tipo de olor que suele desagradareles. En un estudio del Departamento de Veterinaria de la Universidad de Oregon, encabezado por la doctora Alexandra Behnke señaló que hay varios estudios académicos que han demostrado que el olfato juega un papel importante en el desarrollo y el comportamiento social de los gatos debido a su sensibilidad, pues tienen casi cuarenta veces más células sensibles al olor que las que poseen los humanos. Por eso las esencias de limón o naranja, que son fuertes y penetrantes, pueden hacer que se mantengan alejados. Esto se debe evitar si el gato es muy sensible o padece de asma.