Moscú, Rusia. – (Agencias) Este lunes el presidente ruso., Vladímir Putin, convocó a su Consejo de Seguridad para “determinar nuestros próximos pasos” sobre la crisis de Ucrania. En la reunión, Putin dijo que occidente no había ofrecido concesiones a la demanda rusa de no incluir a Urania y a los países de Europa del Este a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Lo siguiente a seguir en la agenda de Putin, es el reconocimiento como repúblicas independientes a las dos regiones separatistas apoyadas por Moscú desde 2014, Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, lo que marcaría el fin del acuerdo de Minsk de 2015, y la posible intervención rusa en los territorios.
De acuerdo con un funcionario de Europa del este, citado por Julián Borger del diario The Guardian , «puede que no sea una invasión directa, sino… un reconocimiento, y luego tal vez se prolongue algunos días o semanas antes de que las llamadas ‘fuerzas de paz’ rusas entren en los territorios ocupados de Luhansk y Donetsk», dijo el funcionario a The Guardian.
“Entonces se convierte en una zona gris, donde no estás seguro de si eso genera sanciones, especialmente para algunos países de la Unión Europea que están más lejos de la línea del frente”.
Moscú ha reclamado que los ataques a esas regiones por el ejército ucraniano se han intensificado, lo que Washington ha identificado como los preparativos de Rusia para la invasión tomando como pretexto dichos ataques. Putin acusó al régimen de Zelensky de cometer “genocidio” en esas regiones.
Putin, las regiones separatistas y el acuerdo de Minsk 2015
El presidente ruso ha reclamado durante mucho tiempo que Kiev no tiene intenciones de implementar los acuerdos de Minsk de 2015, que fueron diseñados para devolver las regiones al control ucraniano.
Por su parte, Ucrania ha argumentado que implementar el acuerdo le daría a los rusos una “palanca” para influir en la política exterior de Ucrania y sus vínculos con occidente, lo que afectaría la soberanía del país, por lo que busca modificar el acuerdo.
Putin ha insistido que Rusia había hecho todo lo posible para resolver pacíficamente el conflicto, pero las autoridades de Ucrania habían “llevado a cabo operaciones militares punitivas en estos territorios” en el pasado y lo estaban haciendo nuevamente.
El lunes, el Consejo de Seguridad de Rusia le ha pedido a Putin que reconozca los territorios separatistas como republicas independientes, una medida que le abriría las puertas a la invasión, sobre todo después de que Moscú afirmó que las fuerzas ucranianas estaban atacando esas áreas.
Por su parte, las autoridades ucranianas han negado el lunes los ataques y han calificado las afirmaciones como desinformación rusa. Los funcionarios occidentales insisten en que Rusia está usando los supuestos ataques para fabricar la excusa e iniciar el ataque.
Todos los consejeros de la línea dura de Putin apoyaron el reconocimiento de las dos regiones separatistas autonombras República Popular de Donetsk y de Lugansk, donde viven unos 800,000 rusos en las dos áreas. Putin convocó a la reunión de carácter de urgente después de acusar al régimen ucraniano de “genocidio” la semana pasada.
El reconocimiento violaría el acuerdo de Minsk de 2015, negociado con la intervención de Alemania y Francia, y que fue diseñado para devolver las dos regiones al control de Ucrania. Rusia ha insistido en que Kiev se ha negado a instrumentarla.
Uno a uno, los consejeros argumentaron que Kiev estaba tratando de “congelar” el conflicto el este de Ucrania, impidiendo una resolución y dejando a Rusia cubrir los costos de las regiones. Por lo que instaron a Putin a reconocer a las regiones separatistas.
El presidente rusos ha declarado que está claro que Kiev no instrumentará los acuerdos de Minsk, que requiere aprobar las leyes que otorgan la autonomía a las regiones, a lo que las autoridades de Ucrania han respondido, a pesar de haber firmado el acuerdo, que eso le daría a los rusos injerencia en su política exterior.
El subjefe del consejo de seguridad, Dmitry Medvedev, dijo que Moscú tenía que proteger a los rusos que vivían en las regiones, después de que Moscú comenzara a entregar pasaportes rusos a los ucranianos que vivían en la región separatista de Donbas (nombre que se le da a las dos regiones de Donetsk y Lugansk) en los últimos años.
Donbas
El año 2014 en pleno proceso del que occidente denominó Euromaidan, los habitantes del Donbass (zona al este de Ucrania con población en un 98% rusoparlante, vinculada cultural e históricamente con Rusia) se opuso al golpe de Estado dado en Kiev, con apoyo occidental, contra el gobierno de Viktor Yanukovich.
Un proceso de levantamiento y toma de conciencia política que los condujo a declarar su independencia sobre la base de procesos democráticos, creando así las llamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Por su parte, las autoridades ucranianas surgidas tras el golpe de Yanukovich – con apoyo europeo y estadounidense – comenzaron a implementar una agenda occidental en lo político, militar, económico y diplomático.
El destituido presidente Yanukovich argumentó que el acuerdo con la Unión Europea, fin perseguido por los sectores ultranacionalistas (financiados por Europa y Estados Unidos) pondría en peligro sus relaciones comerciales con Rusia. El 25% de las exportaciones ucranianas tenían como destino Rusia, además de un trato preferencial en la compra del gas y el uso de gasoductos, que pasaban por territorio ucraniano.
En ese contexto, la influencia la OTAN se deja sentir cada día con más fuerzas permitiendo, que en la actualidad, el ejército de Ucrania sea el tercero más grande, por número de efectivos de Europa (1,200,000 efectivos entre activos y reserva). Un ejército dotado de 2,200 tanques de combate, 25 naves de guerra ubicadas en el Mar Negro y 240 aviones, incluyendo 39 cazas.
