La noche de este martes 9 de enero circuló la noticia de un estallido de violencia en Ecuador.
El presidente, Daniel Noboa, decretó la existencia de un «conflicto armado interno».
Todo explotó cuando durante la tarde hombres armados y encapuchados irrumpieron una transmisión en vivo en el canal TC Televisión, en Guayaquil, sin embargo, la crisis de seguridad sumamente violenta que sufre el país tiene un contexto que obliga a voltear por lo menos tres años atrás.
Ecuador sufrió un incremento de violencia del 400 por ciento, y registró una tasa de 46 asesinatos por cada 100 mil habitantes en 2023; de 7 mil 878 homicidios sólo se resolvieron 584.
En un par de años lo que fue un país sereno se convirtió en un centro regional de almacenamiento, procesamiento y distribución de droga, y estar completamente tomado por delincuentes, incluso con alcaldías donde existe la seguridad pública.
El crecimiento del crimen organizado ha fortalecido más de 20 bandas criminales que tienen fuertes vínculos con los carteles más peligrosos de México y Colombia, entre ellos el Cartel de Sinaloa.
Hace apenas cinco meses, Fernando Villavicencio, candidato presidencial, fue asesinado por sicarios a sueldo, en un crimen que aún no ha logrado esclarecerse pero que muchos analistas vinculan con el auge de estas bandas.