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Recordando la Independencia de México, por Javier «tigrillo»

La noche del día 15 de septiembre es reflexión, puede ser alegría y un recuerdo que estamos olvidando, el grito de Dolores es un día de olor, color y sabor, que va más allá de nuestras fronteras. No se olvidan olvidan los ecos de Dolores. Con algarabía vienen a la memoria los héroes de la Independencia. Hoy es un día que deja huella por los principios de libertad, “surgidos una madrugada en Dolores al toque a rebato de la campana prócer y a la sombra de la figura del párroco, Miguel Hidalgo y Costilla”.

A medianoche del 15 de septiembre de 1810 Hidalgo acompañado de hombres valerosos, en el atrio de la parroquia de Dolores, da el grito ¡Viva la Independencia!, fue un grito sin aforismos, sencillo, ni siquiera cuidaba pulir las frases ni adornar conceptos. “huelen más a pólvora que a incienso”. Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mondarte Villaseñor, un nombre kilométrico, pero es mejor conocido como “el cura Hidalgo”. Su personalidad era única, fue un tipo polifacético, letrado e inquieto. Nacido en Corralejo, Guanajuato, apodado de joven “el zorro”, amante del chocolate y de la cultura francesa, familiarizado con el dominio de idiomas y apasionado al violín. Se decía que en su biblioteca incluía obras de Molière y De La Fontaine, mismos que ponía en escena para disfrutar en casa, ahí en ese ambiente surgió la conspiración contra los españoles, que despertó ecos dormidos por tres centurias de años. Hubo detalles importante en la lucha como el siguiente:

“En marzo de 1811, retirándose su ejército hacia el norte, ocurrió un hecho notable, en Saltillo, don José de la Cruz, comandante General de la Nueva Galicia, a nombre del virrey, envió a los caudillos un ofrecimiento de indulto si abandonan las armas, a lo cual Hidalgo respondió: El indulto, señor Excelentísimo, es para los criminales, no para los defensores de la patria”.

La excomunión a Hidalgo fue cruel, lo acusan de hereje, libertino y sedicioso. Fue juzgado por el tribunal de la Santa Inquisición en julio de 1811. Murió creyendo en sus ideales, Melchor Ocampo citaba su heroísmo: “Muero creyendo que he hecho por mi país cuanto en conciencia creí que era bueno”. Martín Luis Guzmán uno de los críticos de la historia señalaba que la Independencia de México fue una vaga exaltación literaria y que el movimiento del “padre de la patria” fue improvisado y ambicioso; a Morelos lo ve como un político soñador; a Iturbide lo define como “la componenda política fraudulenta y de la inmoralidad militar”; Admira a Vicente Guerrero y al español Xavier Mina, “el Corso Terrestre de Navarra”. (Guzmán, 1995).

 El presente es pandémico y tenemos un presidente injusto, en su ideario la patria se encuentra partida, el México del Sur y el olvidado México del Norte que no viene incluido en su «proyecto de nación». El gobierno de Obrador es un sofismo que no responde a las necesidades de la gente norteña, es lamentable. Hoy los mexicanos tenemos la responsabilidad con la herencia del pasado y con el porvenir, nuestra actitud depende de lo que reflexionemos y hagamos hoy. La patria es un deber, recuperemos la luz liberal y sobrevivamos. ¿Por qué no olvidar la lucha de los Insurgentes?, ¿Por qué sobrevivir a la lucha pandémica? , ¿Por qué las mañaneras son un sofismo para la gente del Norte de México?

“Nada hay tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno tenga en tierra extraña y lejana la mansión más opulenta”. Homero