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Renacer y trazar nuevas metas,

Las personas no deben perder el humor, tener la afabilidad en saberse interesar por quienes les rodean, reinventarte cada día y respirar el aire de la libertad. Cada momento es una oportunidad para renacer y trazar nuevas metas, a estas alturas del año haces balances del año y como esperas que sea el cierre, por ejemplo, los árboles tiran las hojas para dar espacio a una nueva vida.

Hace unas semanas leía una traducción del libro de sonetos del poeta inglés William Shakespeare, alegóricamente pude imaginarme que dialogaba con una persona del siglo XVI, suena atemporal, pero es algo que se puede disfrutar en una lectura.

En sus rimas revelaba la transparencia de la nobleza absurda, se divertía jugando con las estrofas y escribía con asombro como si fuera un niño. Los sonetos tienen una atmosfera alegre, lo que hace suponer que escribía cuando estaba contento, pensaba que ese procedimiento era ideal para trasmitir optimismo, pero no le gustaba que en su época las apariencias tuvieran un papel preponderante en la sociedad inglesa.

No se puede negar que la sociedad de Saltillo es dura en temperamento como los británicos en la época de Shakespeare. por ejemplo, hoy en cada jornada tenemos la obligación de hacer cosas productivas y urgentes.

Hace unos días estaba en la Biblioteca de la Alameda de Saltillo, veía como un pintor dibujaba un mural sobre Don Quijote de la Mancha, era asombroso la habilidad para darle vida a un rostro de la antigüedad.

“…la vida es más pletórica e interesante cuando lucha el hombre contra lo que le impide vivir. Durante la lucha, sin que lo advierta uno, se esfuman las horas de tristeza y de hastío.” Después de leer los sonetos me parece que Shakespeare era un enamorado, disfrutaba de caminar y oler las flores, escuchar el canto de los pájaros, la lectura le producía felicidad. Shakespeare. Las mejores poesía liricas de los mejores poetas. Es un libro de la Editorial Cervantes. Impreso en Barcelona, España.

Un momento de lectura y ver los amaneceres son dos cosas hermosas. “Una mañana, hasta donde recuerdo, hallándome a mitad de una suave cuesta, bajo unas encinas, me puse a contemplar un adorable pueblecito perdido entre el bosque y la montaña, que brillaba a mis pies bañado en la hermosísima, cálida y benévola luz de una mañana estival. ¡Qué alegría tan sana y buena procura el vagabundear! Sólo las alegrías inocentes son verdaderas.”